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Musa Paradisiaka

Taller: Musa Paradisiaka
Oficio: Cestería
Ruta: Ruta Honda-Líbano
Ubicación: Mariquita, Tolima


Pareciera que Sandra, Clara, Betty, Isabel y Andrés se conocieran de toda la vida, mucho antes de marzo del 2022, cuando se encontraron en el programa del Sena al que se inscribieron para aprender a usar la calceta de plátano. También parece que manejaran la fibra desde antes, porque hablan de su material con un amor que bien podría ser antiguo. Quizá la manera en que congenian se deba a que todos tenían vidas en campos muy distintos del artesanal, y a que todos decidieron cambiar un poco de vida cuando llegaron a Mariquita y descubrieron la calceta, desembocando en el mismo cauce. Son un grupo heterogéneo de bogotanos, armeritas y mariquiteños que empatan armónicamente, unidos por la curiosidad que les despertó su profesora Rubi Bermúdez en esos primeros cursos.

Clara había vivido toda la vida en Bogotá, hasta que trasladaron a su esposo a Mariquita. El cambio le trajo una vida más tranquila, sin los afanes de la ciudad, que le dejó el tiempo para tomar cursos que nada tenían que ver con su anterior trabajo como asistente contable. Betty tenía una miscelánea en Bogotá, y aunque de niña hiciera bordados y punto de cruz, su rutina giraba en torno a las fotocopias, transcripciones y el atender el local. Quizá Isabel haya sido la que más espacio le había dado a las artesanías y por eso desarrolló la habilidad de trabajar con semillas y hacer miniaturas. Sandra, armerita, tuvo una madre creativa que le hacía perritos de costal en fique que se esponajaban cuando los peinaban. Supone que fue a ella a quien le sacó la habilidad para el oficio, y por eso la recuerda a través de los dones heredados, honrándola después de perderla abruptamente en la tragedia de Armero, junto a sus abuelos y su tío. Se salvaron Sandra y sus hermanos porque en ese entonces estudiaban en Bogotá, y su padre, que era el rector de un colegio nocturno en Armero, quien por azares de la vida pudo esquivar la avalancha. Ha sido a partir del testimonio de su padre que Sandra ha podido reconstruir los recuerdos dolorosos que la hicieron pelearse con Dios, preguntarle insistentemente por qué se había tenido que llevar a su madre. Desde entonces, vivió en Ibagué y en la Dorada, trabajando con su esposo en venta puerta a puerta de productos de aseo antes de llegar a Mariquita y conocer la calceta de plátano. Y en el caso de Andrés, el único varón del grupo y el más jóven, también hubo viajes y otros trabajos antes de aterrizar en el capítulo de la artesanía. Estudió diseño gráfico y la vida le cambió cuando aprendió sobre bioconstrucción, tanto que después de enterarse de cuánto contamina el cemento en su producción, decidió construir su propia casa en guadua y barro, y por lo mismo, le cautivó el poder aprovechar la calceta que de otro modo se desecha en los campos.

Justamente, descubrieron que la calceta se usaba antiguamente como cabestrillo para inmovilizar los huesos después de una fractura, y para empacar abastos, reemplazando el cartón de las cubetas de huevos y amarrando el jabón. Además, con el plátano se puede hacer una harina dulcecita con la que se preparan coladas para los niños, y con la bellota, morcillas, y con el centro del tronco, palmitos. De no ser aprovechada, la calceta, que sale del tronco de la mata de plátano, se suele quemar o dar al ganado como alimento, y eso es lo que más entusiasma a los integrantes de Musa Paradisíaka, el poder rescatar un material tan fiel. Y enamorados como están de la mata, han empezado ellos mismos a sembrarla en sus jardines.

Cuentan que desde el principio Andrés se dio a conocer como el más pulido, y también como el de carácter más serio, y que Clara se le hacía al pie para aprenderle, hasta que se volvieron amigos. A Sandra le encantan los colores, combinar los distintos tonos de ocre y café que toma la fibra seca. Betty es buenísima haciendo canastos, e Isabel usando semillas y tejiendo miniaturas. También cuentan que Sandra y Clara suelen ser las que motivan al resto del grupo, pero que a todos los une la curiosidad, esa que los lleva a mejorar los acabados y hacerse a mejores herramientas para rendir más trabajando, como la ripiadora para cuero que funciona de maravilla con la calceta. Con esa misma curiosidad se han interesado en hacer de sus piezas un medio para dar a conocer elementos autóctonos de su municipio, la flor de la Passiflora Mariquitensis, los mangostinos y el mono tití gris, que dibujan y tejen en sus canastos y bolsos.

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