El Huila es tan diverso, que entre sus paisajes podemos apreciar desde un páramo hasta un desierto. Lo mismo pasa con sus saberes artesanales y de cocinas tradicionales, que no se pueden contar con los dedos de la mano. Entre tejedoras, talladores y alfareros, aprenderás que lo que conecta al departamento son las tradiciones. Su gente, los opitas, están entregados a mantenerlas vivas, transmitirlas y celebrarlas. Por esto es una dicha poder degustar su historia en un asado huilense, preparado en el típico horno que no puede faltar en las casas de campo, o gozarla viendo a una pareja bailar un sanjuanero durante las fiestas de San Juan y San Pedro, a finales de junio. Además de la tradición, al departamento lo conecta el río Magdalena, que nace en su extremo sur y que, a pesar de no ser el más largo ni caudaloso, es la principal arteria fluvial del país. El río atraviesa el Huila y ata su diversidad de prácticas artesanales pues es de su lecho que los talladores recogen las mejores piedras, y es de sus aguas que beben el pindo, el fique y la iraca, que crecerán para luego ser usadas por las tejedoras. Te proponemos una ruta que va de norte a sur, volviendo al nacimiento del río Magdalena, y que está llena de contrastes: va del calor de Neiva al clima templado de San Agustín, del bizcocho de achira a la arepa asada en piedra. En el camino conocerás artesanos entregados a su oficio y podrás probar el quesillo, la lechona huilense, las arepas oreja de perro, el dulce de nochebuena y la mistela.
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Empezamos el recorrido en la primera capital que atraviesa el río Magdalena en el país, la calurosa Neiva. Aquí podrás empaparte de la historia antes de partir hacia municipios más artesanales. Visita, en el Centro de Convenciones José Eustasio Rivera, el Museo del Sanjuanero Huilense, el Arqueológico regional, y el Museo Jorge Villamil Cordobes. Recorre a pie la ciudad y conoce el Parque de la Música, la Catedral de la Inmaculada Concepción en el Parque Santander, y el monumento Cacica la Gaitana, y llega al malecón para almorzar en el restaurante Gran Vinos, a orillas del río.
A 24 kilómetros de Neiva está Palermo, nuestra primera parada artesanal. Allí conocerás a Ernesto Gutiérrez y la comunidad de tejedoras de sombreros en pindo, usados para bailar el sanjuanero. Visita el Santuario de Santa Rosalía y date una vuelta por el parque central mientras disfrutas de una sevillana antes de regresar a Neiva, en donde pasarás la noche.
A 120 kilómetro de Neiva está La Jagua. Este antiguo sitio de adoración indígena es ahora un pintoresco pueblo de calles empedradas y casas coloniales en donde se celebra, a finales de octubre, el Festival de Brujas. Aquí te encontrarás con las tejedoras de fique, quienes te enseñarán todo sobre su mágico proceso en la sede de su asociación, Artefique. Visita la Iglesia y prueba un delicioso arroz tapado. Antes de descansar, cena en el restaurante El embrujo de Aldaban, y endulzate en Postres Santacruz.
A 32,8 kilómetros de La Jagua está Suaza, hogar del tradicional sombrero de iraca cuya herencia practican los artesanos María Elena Muñoz y Gerardo Hurtado. Visita el Museo Casa del Sombrero Suaza, el Santuario de la Vírgen de Aransazu y, si lo tuyo es el ecoturismo y la aventura, no te puedes perder el Parque Nacional Cueva de los Guácharos, en Acevedo, a media hora de Suaza. De camino a Pitalito, que queda a 58 kilómetros y en donde pasarás la noche, prueba las achiras de Altamira acompañadas de una rica aguapanela.
Pitalito — San Agustín
Además de ser el mayor productor de café del país, Pitalito destaca por su cerámica costumbrista, sobre la que podrás aprender de la mano de Rubiela León y Ruth Polo, y sus detalladas chivas y nacimientos. Si viajas en noviembre, disfrutarás de la Feria Nacional Artesanal de Pitalito. Durante todo el año podrás ir al Museo de Arqueología y Arte y el Museo Costumbrista Huellas del Pasado. A media hora de la ciudad está la Laguna de Guaitipan, un lugar encantado donde oirás historias de duendes y sirenas. Te recomendamos probar la trucha o el fiambre, y pasar la noche aquí, antes de nuestra última parada, que está a 32 kilómetros, San Agustín.
San Agustín es tierra de talladores y una prueba de ello son las estatuas antropozoomorfas de su imperdible Parque Arqueológico. Podrás aprender más sobre la talla en el taller de Jaime Ledesma, y después, visitar a Litsbina Becerra para maravillarte con la técnica que su madre inventó, la tejeduría en fibra de plátano, y probar sus deliciosas arepas asadas en piedra. Este municipio ofrece, además, valiosos destinos naturales como la Cascada los Tres Chorros, los senderos de Puerto Quinchana y el Estrecho del Magdalena y sus petroglifos. Después de conocer San Agustín y de comerte un cuy a la brasa, podrás decidir si alargas tu paseo y te pegas el viaje hasta la Laguna del Magdalena, a una altura de 3,327 metros sobre el nivel del mar, en donde nace el río que te acompañó durante todo este recorrido.
En el Huila encontramos tres alimentos con denominación de origen protegida: La Cholupa del Huila, El bizcocho de Achira del Huila y el Café del Huila. Esos serán nuestros imperdibles y hay que procurar probarlos en los diferentes lugares durante toda la visita en nuestra ruta. El Huila es una gran despensa, razón por la cual encontraremos diversos y exquisitos ingredientes como pescados de río (tilapia), carne de cerdo, arroz, frutas cítricas y cacao, entre otros. Además, tendremos platos de la cocina tradicional como el asado huilense, Juan Valerios y arroz tapao. Así que vamos a comernos y a disfrutar esta ruta.
La Red Turística de Pueblos Patrimonio de Colombia es un programa especial del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, ejecutado por FONTUR, que trabaja con 17 municipios de Colombia que poseen declaratoria de Bien de Interés Cultural (BIC) a nivel nacional para su valoración y proyección mediante el turismo, generando así más oportunidades de desarrollo y sostenibilidad en las comunidades.
La Medalla a la Maestría Artesanal es un galardón que Artesanías de Colombia entrega anualmente, con el cual se hace un reconocimiento a aquellos artesanos, empresas y comunidades artesanales que, contando con una trayectoria destacada, sobresalen a nivel nacional por su excelencia en el oficio así como por preservar el quehacer artesanal.
Es un signo distintivo que identifica productos reconocidos o famosos por tener una calidad o características específicas derivadas esencialmente del lugar de origen y la forma tradicional de extracción, elaboración y producción por parte de sus habitantes. La protección conferida sobre una Denominación de Origen implica que ninguna persona puede identificar con la denominación protegida productos iguales o similares a los amparados, cuando no provengan del verdadero lugar y no cumplan con las características o calidades que le han dado la reputación al producto reconocido. Las Denominaciones de Origen para productos artesanales colombianos que han sido protegidas por la Superintendencia de Industria y Comercio en nuestro país son actualmente 12.
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