El Amazonas siempre significará adentrarse en un territorio selvático, frondoso, indescifrable, mágico. El hogar del gigante, el Río Amazonas y sus mil brazos exuberantes, tan caudalosos como dulces y abrazadores en temporada de invierno. No obstante, esta ruta también nos permite presentarte una Amazonas de tiempo seco que cambia completamente su morfología y paisaje. Será la ocasión para sorprenderse por el bajo caudal del río y, por ello, descubrir una nueva perspectiva de este lugar ¡caminando la selva! Allí podrás meterte en el paisaje de los árboles que alcanzan el cielo, el de los sonidos infinitos de la naturaleza, el del calor húmedo que se aplaca debajo del verde y los muchos colores que sobresalen. Allí, podrás entender la vecindad con el Brasil. Y conocer, entre otros, el territorio de los Tikunas, Huitoto, Bora, Yukuna, Miraña, Tanimuka, Murui y Muinane. Se trata de la cuna de hábiles talladores de los árboles de palo sangre, insira o macacauba y de maderas blandas como el balso o el huito, así como de maestras de la tejeduría de canastos en palma de chambira y hacedoras de muñecas en telas de yanchama. Mayoras de la cerámica, también. Y bisuteras con semillas de frutos de la región con los que hacen coloridos collares y manillas. Esta ruta propone un viaje que combina distintas experiencias, de río, de ciudad y una serie de asentamientos que viven entre lo urbano y lo selvático que, sin duda, vale la pena conocer. En cada una de ellas será fascinante ver de qué manera las comunidades indígenas viven sus tradiciones, honran sus alimentos y nos invitan a que descubramos el poder de las cosmogonías de su mano. ¡En invierno y en verano, el Amazonas magnífico te espera!
Agendar anticipadamente la visita con los artesanos.
Llevar dinero en efectivo.
Llevar botas de caucho.
Llevar repelente.
Llevar morral.
Llevar hidratación.
Llevar ropa de manga larga y pantalones.
Llevar linterna.
Tener la vacuna de la fiebre amarilla aplicada 10 días antes del viaje.
Alimentación (almuerzo y refrigerios), planear con los artesanos si es posible comprarles a ellos el almuerzo.
Preferiblemente ir con el operador turístico.
Estar atentos de los horarios de las lanchas para organizar los desplazamientos.
4-5 días
Media (largas caminatas en selva húmeda)
Lancha
Empezamos este recorrido por Leticia, capital amazónica que se caracteriza por ser hogar de múltiples comunidades indígenas que, por distintos motivos, han cambiado la selva por la ciudad. Sorprende su capacidad de hacer chagras, o huertas, en medio del paisaje urbano y su resistencia a la hora de conservar sus costumbres y oficios. En este recorrido, no dejes de pasar por el Parque Santander, conocido como el Parque de los Loros, con varias especies de loros y miles de periquitos Peliblancos, así como golondrinas migratorias entre febrero y octubre. Clave ir en la tarde porque es cuando llegan a descansar y salen de ese refugio en las madrugadas. Aquí podrás visitar, en un mismo día, a la tejedora Milena Vento y a su esposo, el tallador James Marín, en el Barrio Simón Bolívar, donde tienen su taller. Milena es, además, guía del Museo Etnográfico Amazónico, que es la misma Biblioteca Pública del Banco de la República y que vale la pena conocer (con ella también puedes programar una visita a Nuevo Jardín, la tierra de sus padres artesanos, a media hora en lancha rápida por el río Amazonas, donde pueden descubrir cómo se extrae la yanchama). Luego, puedes ir al Barrio Nuevo a visitar a Karine Dinorio, tejedora heredera de los fundadores de Macedonia, e ir a la comunidad de Chingú, límite con Brasil a 35 minutos del casco urbano, para descubrir los canastos que hace Tráncito Rodríguez. Además, camino hacia las afueras de Leticia hay varias reservas naturales en donde se puede hacer un turismo responsable y que les aporta bienestar a las comunidades.
LOS KILÓMETROS
Seguimos a esta zona que es conocida por todos como Los Kilómetros, asentamientos semirurales que las comunidades indígenas han ido fundando, en el Km. 6, Km. 8, Km. 11 o Km. 22, tan cerca de la ciudad como también próximos a su selva, lugar en donde han podido construir sus malocas y rendirle culto a la yuca dulce y la fariña, base de su alimentación, así como a los mil frutos con los que perpetúan sus rituales. A estos talleres puedes acceder en bus fácilmente y prepararte para descubrir la selva caminando hacia sus resguardos. En el 6 está Chunaki Baru, en el 8, también conocido como San Pedro de los Lagos, está Deisy Sánchez (¡a la salida de aquí hay un balneario que no te puedes perder!), en el 11 Kasia Morales y su familia y en el 22 es el hogar de Rosa Amelia Meicuaco, en Cihtacoyd, la Comunidad Del Cabildo Indígena Herederos Del Tabaco, Coca Y Yuca Dulce, un poblado en donde se asientan siete culturas indígenas distintas y es posible conocer de su mano las tradiciones y fiestas que nos quieran compartir y con las cuales nos podemos sumergir siguiendo respetuosamente sus creencias. Presenciar sus bailes es un privilegio. A cada uno de estos talleres dedícales un día completo, arrancando desde muy temprano, pues para acceder a Los Kilómetros debes tomar, primero, un bus o mototaxi en un recorrido de unos 40 minutos y, luego, caminar hasta la comunidad, otros 45 minutos. La idea es que programes una jornada, para que conozcas con detalle la elaboración de las artesanías, vayas a la chagra, pasees por el sendero por donde se extraen las materias primas, participes en un taller y almuerces con ellos.
Este es el momento de descubrir el río, el gigante Amazonas, transportarse por él y descubrir la vida ribereña de distintas comunidades, como Nazareth (a 22 kilómetros de Leticia), en donde se puede conocer acerca del ritual del encierro de las niñas, tan tradicional apenas llegan a la pubertad, así como programar una sesión de danzas y de cumbias Tikunas, que son imperdibles. Es el hogar de la tejedora Credi Pereira, quien con elocuencia comparte los secretos del chinchorro. Ten en cuenta que moverse en el río implica acogerse a los horarios de las lanchas (hay una tarifa de salida y otra, un poco más elevada, para la recogida). También puedes llegar por tierra, en una caminata por trocha que es una invitación a observar la naturaleza. Dale, al menos, medio día a este primer asentamiento. Lo mismo que a la comunidad de Arara, en donde Antonila Ramos y su comunidad te darán la bienvenida. En este mismo eje del río también puedes pasar por Nuevo Jardín y probar la mazamorra de plátano que te ofrece James Marín antes de verlo tallar y a Milena, y sus padres, tejer. El poblado que sigue es Macedonia (a hora y media en lancha rápida desde Leticia), tierra de los talladores que han hecho famosa la madera de palo de sangre amazónico, una parada necesaria para ver cómo lo hacen los mejores maestros (de nuevo, prevé que aquí solo hay tres viajes en lancha rápidas al día; hay otras más pequeñas, los peque peque, que puedes contratar para moverte más autónomamente. Negocia el precio antes de salir). También contempla la posibilidad de dormir allí o en el pueblo vecino de Mocagua.
Este pueblo es muy especial. Su comunidad tiene un arraigo natural por su territorio y, gracias a la intermediación de Diego Samper, artista vecino y dueño del reconocido hotel Calanoa, todas sus casas están pintadas con motivos de la naturaleza. En Mocagua podrás conocer a la alfarera Matilde Santos, una de las pocas ceramistas del Amazonas, y toda una institución. Puedes dormir cómodamente en este poblado. Y seguir hacia el resguardo de San Martín de Amacayacu, hogar de Magri Lorena Morán y su abuela Grimanesa, ambas artesanas en busca de la preservación de su legado. Finalmente, sal para Puerto Nariño, el último pueblo del río donde también puedes quedarte a dormir. Se trata de un refugio que sus pobladores han cuidado celosamente de la contaminación y que conserva río y selva intactos. Es, además, el lugar donde podrás ver a los delfines rosados. Ese será el escenario para conocer a otras de las tejedoras más experimentadas de la región, como Alba Lucía Cuéllar y Pastora Guerrero. Con ellas puedes aprender a tejer e ir a sus talleres y acompañarlas a sus chagras y lugares de extracción de la yanchama y la chambira. No dejes de ir al Lago Tarapoto, merecidamente declarado como patrimonio de la humanidad por su esplendor (está a 15 minutos en lancha).
Otro de los ingredientes esenciales de la dieta amazónica es la yuca. Es un tubérculo originario de estas tierras y existen muchas variedades. Las comunidades indígenas del Amazonas cultivan dos clases; la dulce y la brava o amarga. La yuca dulce es blanca y de fácil cocción y es un acompañamiento para las comidas, mientras que la yuca amarga tiene una coloración amarillenta, una corteza gruesa, es dura y, por ello, requiere mayor tiempo para la cocción. Es importante saber que contiene un veneno, sin embargo, las comunidades indígenas llevan a cabo un proceso milenario que la hace comestible y la convierte en la base para la preparación del casabe, el tucupí o la chicha, sabores esenciales en este vasto territorio.
En el Km 11 encuentras la maloca de Kasia González de la comunidad Murui. Ofrece turismo de bienestar y gastronómico y allí puedes tener una experiencia completa con su cultura, costumbres y tradiciones. A primera hora de la mañana van a sus chagras o cultivos para arrancar la yuca brava que es su principal alimento, luego la dejan en agua por dos o tres días para que fermente y, así, poderle extraer el veneno. Al cabo de este tiempo, la pasan por un sebucán o tipití, un cesto alargado y tejido que se aprieta hasta sacarle los jugos tóxicos. Con el almidón elaboran el casabe y con el bagazo lo cierne y secan al sol y preparan la fariña o farofa. El tucupí, por su parte, es una salsa que se elabora a partir de los jugos de esta yuca, se combina con hormiga arriera y otras especies para crear un manjar viscoso y algo picante que acompaña muy bien el casabe y los pescados de la región. Por su parte, la yuca dulce la hacen cocida o asada y acompaña la mayoría de sus platos. Pueden conseguir estas preparaciones en las comunidades que proponemos en este recorrido. En San Martín de Amacacayu con Lorena Magri, en Arara con Antonila Ramos, en San Pedro de los Lagos con Deisy Sánchez, en Nuevo Jardín con Milena Vento y James Marín y en el km 6 con la Asociación Artesanal Chunaki Barú.
También los chicharrones de Pirarucú son muy apetecidos. En el restaurante Flotante Balsa El Pirarucú podemos encontrar las preparaciones con este delicioso pescado. Su puerto base es Leticia pero puede navegar algunas horas por el río Amazonas y, mientras se regodea con el paisaje, comer muy bien. Es muy común acompañar estas preparaciones con yuca.
La piraña es otro de los pescados más comunes dentro de la alimentación de la zona del Amazonas, es usual comerla asada, sudada o cocida. El Bar Restaurante Tierras Amazónicas, en Leticia, ofrece este suculento plato.
Los pescados siempre serán la mejor opción dentro de la región amazónica. Uno de sus platos insignia es la Patarashka o patarasca. Elaborada con gamitana (cachama) o con pirarucú, el pescado es cocido en hoja de plátano con sal, ají tucupí, sobre la brasa o fogón de leña, acompañado de yuca cocida, plátano y casabe. También, la Cachama al mojo de ajo, asada a la brasa, sobre hoja de plátano acompañada de casabe y plátano verde y cocido con salsa de tucupí. En el restaurante Mundo Amazónico puedes disfrutar en familia estas delicias y estar cerca de la naturaleza.
El Tacacho con carne cecina (carne salada y secada al sol) es un plato muy común entre los lugareños cercanos al río Amazonas. Es un puré de plátano verde aderezado con cebollas y ajos nativos y, encima, se le agrega carne seca que puede ser de animales selváticos o res que se consigue en los mercados locales y que se conserva deshidratada y seca para las grandes travesías por el río. El Restaurante El Rancho en Leticia es lugar ideal para probarlo.
El mojojoy es una delicia del Amazonas, gran alimento de las comunidades indígenas. Para los visitantes suele ser toda una experiencia pues se trata de larvas que tienen gran contenido calórico y cero colesterol. Vencida la barrera de su aspecto, basta saber que saben a madera y se hacen asados a la brasa, fritos y rellenos. El Restaurante Mundo Amazónico, en Leticia, ofrece este exótico plato, sujeto a disponibilidad de las larvas. También puede encargarse en algunos de los talleres de los artesanos que te proponemos visitar. Principalmente con la Asociación Artesanal Chunaki Baru en el Km 6, vía Leticia – Tarapaca.
La tapioca es una de las especialidades de la región amazónica, hecha a base de almidón de yuca. La tapioca se hidrata con agua caliente, se cuela al cabo de una media hora y se le agrega dulce de fruta al gusto. Así se convierte en uno de los postres más apetecidos por turistas y locales. En los diferentes lugares que hemos mencionado se encuentran, aunque no siempre están todos disponibles ni hacen parte de la carta.
Los dulces de frutas amazónicas como el de arazá, el carambolo y el marañón son muy comunes en los mercados locales (Plaza de Mercado de Leticia) y en las casas de los lugareños.
En el Amazonas, como en muchas de las regiones de nuestro país, se toman bebidas fermentadas, conocidas como chichas. En el Amazonas se obtienen de fermentar frutos como el chontaduro o la piña durante varios días o por la fermentación de la fariña; el chive se prepara con pulpa de frutas mezclada con fariña disuelta en agua.
El agua de piña y de diferentes jugos de frutas selváticas como el arazá, el camu camu, copoazú y el açaí, entre otros, pueden llevar azúcar, o no, y se consumen tanto en restaurantes como en los hogares de toda la región del Amazonas. Deisy Sánchez, de San Pedro de los Lagos prepara deliciosas y refrescantes bebidas con estas frutas exóticas de la región.
La Red Turística de Pueblos Patrimonio de Colombia es un programa especial del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, ejecutado por FONTUR, que trabaja con 17 municipios de Colombia que poseen declaratoria de Bien de Interés Cultural (BIC) a nivel nacional para su valoración y proyección mediante el turismo, generando así más oportunidades de desarrollo y sostenibilidad en las comunidades.
La Medalla a la Maestría Artesanal es un galardón que Artesanías de Colombia entrega anualmente, con el cual se hace un reconocimiento a aquellos artesanos, empresas y comunidades artesanales que, contando con una trayectoria destacada, sobresalen a nivel nacional por su excelencia en el oficio así como por preservar el quehacer artesanal.
Es un signo distintivo que identifica productos reconocidos o famosos por tener una calidad o características específicas derivadas esencialmente del lugar de origen y la forma tradicional de extracción, elaboración y producción por parte de sus habitantes. La protección conferida sobre una Denominación de Origen implica que ninguna persona puede identificar con la denominación protegida productos iguales o similares a los amparados, cuando no provengan del verdadero lugar y no cumplan con las características o calidades que le han dado la reputación al producto reconocido. Las Denominaciones de Origen para productos artesanales colombianos que han sido protegidas por la Superintendencia de Industria y Comercio en nuestro país son actualmente 12.
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