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Rodrigo López Ortiz

Taller: Ceramicas etnicas Cubay
Oficio: Alfarería y cerámica
Ruta: Ruta Vaupés
Ubicación: Mitú, Vaupés


AGENDA TU VISITA

  Comunidad Cubay, Resguardo cruzando el río, Mitú, Vaupés
  3222258406
  ceramicasetnicascubay@gmail.com

Si se está en Mitú basta con cruzar el río Vaupés y preguntar por Rodrigo López y su familia para conocer, de primera mano, los secretos de la alfarería con barro azul. Dicen que esta variedad de arcilla es el resultado del encuentro entre la tierra y los desechos de la boa, y que si no se sabe pedir permiso para tomarlo, su fuente desaparece. Su uso está estrechamente ligado a la tradición de los grupos indígenas del Vaupés, Guainía y Guaviare, y fue transmitido a Rodrigo, un cubeo del tercer clan Pamiva, por las abuelas Leonor González, de la etnia Cubeo, y Elena Valencia, de la etnia Guanana.

Rodrigo creció viendo a las abuelas encerrarse para moldear los platos, ollas y tinajas en las que luego preparaban el pescado. Se trataba de un oficio hermético y misterioso, del que sólo hacían parte las mujeres adultas de la familia. Lo mismo le pasó a Lucía Chequemarce, esposa de Rodrigo, quien creció viendo a su madre usar el barro desde lejos pues a las niñas no se les dejaba tocar la arcilla. A ambos les llamaba la atención este exclusivo e intocable material y en el 2005, finalmente, tuvieron la oportunidad de conocerlo y hacer parte de su secreto. Rodrigo se embarcó en una investigación de tres años en la que, con el acompañamiento de la Fundación Etnollano y recursos de la Unión Europea, se propusieron rescatar el saber de las abuelas Leonor y Elena sobre el barro azul, amarillo, rojo y blanco y, además, investigar sobre los símbolos tradicionales de sus etnias de la mano de un abuelo sabeedor. Para el 2008 ya entendían de los procesos del barro y habían hecho un catálogo de veinte símbolos, incluidos los de luto, danza, encuentro, intercambio de conocimiento, entrega de pescado y bautizo. Rodrigo cuenta que aprender un solo símbolo les podía tomar quince sesiones en las que oían al abuelo hablar entre las 2 y 5 de la mañana, hora en que se aclaran el pensamiento y la palabra, y se comparte el conocimiento a la luz del mambe y el fuego.

Después de absorber la teoría pusieron en práctica sus nuevos conocimientos. Por dos años ensayaron cómo pedirle permiso a la abuela Nigua para recoger su propio barro y buscaron el árbol de cemento, cuya corteza tomaron y quemaron para preparar la mezcla de arcilla y ceniza de corteza que por siglos han preparado sus ancestros. Rodrigo se dio cuenta de que, contrario a lo que le habían dicho, tocar la arcilla siendo hombre no le impediría tener buenas pescas en el río. Así que siguieron practicando y, para el 2010, ya hacían piezas de bordes tan delgados como las de sus maestras. Por ese entonces, cada vez que Rodrigo miraba las estrellas recordaba a su abuelo y se preguntaba qué iba a ser de su vida. La respuesta le llegó cuando, al mostrar sus vasijas en un feria en la plaza de Mitú, se vendieron todas.

La práctica artesanal de Rodrigo, Lucía y sus hijos —que empezaron como ceramistas y ahora se dedican a la talla en madera—, guarda una estrecha relación con la tradición y el ritual. Todos estos años les han enseñado a comunicarse con su material, a preservarlo y respetarlo como a cualquier ser vivo. Aunque haya sido un reto para Rodrigo dedicarse a un oficio que tradicionalmente ha sido practicado por mujeres, hoy es un orgulloso portador y protector del barro negro y la simbología de la mariposa, el guardián de la luna y la escama de pescado, que dibuja sobre sus piezas con el pincel propio de los artesanos cubeos, hecho con los delgados cabellos de su mujer amarrados con fibra de cumare a un palito de chonta. Rodrigo ha podido compartir su conocimiento en lugares como Tokio y la Sierra Nevada de Santa Marta, y exponerlo en ferias en todo el país. Muchas veces, quien compra sus vasijas no sabe que detrás de cada pieza se esconde una historia y simbología significativa para su gente así que, siempre que pueden, les cuentan a cada nuevo dueño de sus cerámicas lo que se está llevando. Cuando visites su casa y taller en Mitú, esta generosa familia de artesanos sin duda te compartirá sus secretos, que no cabrían en este texto.

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