Taller: Kugabi
Oficio: Tejeduría
Ruta: Ruta Cesar
Ubicación: Valledupar, Cesar
Gloria Malo lidera el grupo Kugabi. El prefijo KU se refiere a lo que está en el entorno, a la madre tierra, y GABI significa tejer, no solamente mochilas sino también la tierra, como cuando el hombre teje las parcelas en las que sembrará batatas, ñame, yuca, maíz, papaya, melón o ahuyama. A pesar de que para el pueblo wiwa sea una costumbre que todas las mujeres tejan mochilas de fique, el trabajo en equipo no ha caracterizado esta práctica. Gloria, con su paciencia y capacidad de persuasión, ha convencido a quince personas, la mayoría de ellas mujeres y jóvenes, para unirse en torno a un mismo objetivo: poner en el centro de sus artesanías a quienes las hacen, la mujeres wiwa, además de rescatar y llevar a las escuelas de la comunidad el conocimiento artesanal que hasta ahora se ha transmitido de manera oral.
La tejeduría de mochilas en fique es una actividad familiar de los hogares conformados por una mujer, un hombre, y sus hijos. El hombre tiene la responsabilidad de extraer el fique y llevarlo a su esposa, que tejerá mochilas de uso doméstico, por ejemplo, para que su esposo tenga en qué recoger los alimentos que cosecha. La mujer es también la encargada de enseñar, de manera oral, a tejer e hilar a sus hijos e hijas, cuando tienen entre seis y siete años. Según la historia y la tradición, las mochilas no son un objeto comercial. Existía, eso sí, el intercambio. Pero a medida que el pueblo ha sufrido cambios, ha sido víctima del desplazamiento y se ha trasladado a otros lugares distintos a su territorio de origen, las mochilas se han vuelto parte de la economía familiar y por lo tanto ahora sí se venden.
La vida en el resguardo wiwa en el que vive Gloria es distinta de la que tenía en Cherúa, el pueblo de la Sierra Nevada en el que nació y estudió la primaria. El clima era más frío y se cultivaba plátano, guineo, malanga y café entre los cerros. Ahora, vive en un terreno más plano, de sabanas y llanos, con vías carreteables y educación secundaria. También hay más flujo de personas. Al atravesar todos estos cambios, se ha hecho necesario para Gloria afirmar su identidad y fortalecer, junto a sus comunidad de tejedoras, su herencia cultural. Una manera de hacerlo es rescatando las puntadas tradicionales con las que se tejen variedad de mochilas.
Hasta hace muy poco, las tejedoras y colegas de Gloria sabían dos o tres puntadas. Ahora conocen más de siete tipos. Se han dedicado a buscar a quienes tienen este conocimiento y hacer intercambio de saberes. Han descubierto que, además de tener distintos nombres, las puntadas tienen también distintos usos, según la ocasión. para tejer mochilas para bautizos, matrimonios o funerales. Además, se encontraron con que hay más de un tipo de maguey, y que se escogen según el ritual: la muerte de alguien o la menarquia de una mujer.
Gloria sueña con dejar por escrito este tipo de conocimiento, que suele tener exclusivamente el mamo, pues teme que se pierda. Sueña con que en las escuelas los niños y niñas wiwa aprendan el significado de sus artesanías y tradiciones, y que las puntadas sean la insignia de su pueblo. Sabe que este es solo el inicio y que por delante les queda investigar, además, sobre el tejido de abanicos, sombreros y chinchorros, cuyo conocimiento es transmitido tradicionalmente del padre a sus hijos varones.
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