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Lilian Rosero Bravo

Taller: COOFA
Oficio: Tejeduría
Ruta: Ruta Pasto - Sandoná
Ubicación: Sandoná, Nariño


Imagen de Medalla Maestría Artesanal
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  Calle 4 # 03-63, barrio San Francisco, Sandoná, Nariño
  3125447560
  coofasandona@gmail.com
  @coofasandona
  @artesaniascoofa

Para Lilian Rosero la palma de iraca es la flor más hermosa que ha creado Dios, pues a lo largo de sus vidas les ha dado de comer a las artesanas, les ha dado trabajo, ha agilizado sus manos, ha hecho crecer en ellas la creatividad y ha cultivado su sabiduría. Está profundamente enamorada de su oficio y del grupo del que hace parte. Su corazón, tan grande como para motivarla a llevar una vida entregada al servicio, le susurra también poemas inspirados en su amado oficio:

«Cuando nace la mañana me siento al sombrero,
con amor en el alma las pajas entretejo,
el canto de las aves coordinan mi movimiento,
una grande dicha que al instante siento.»

Y es que este no es un amor nuevo. Desde niña, la enamoraron las palabras de su madre, María Clemencia Bravo, quien se esmeró por enseñarle a tejer bien y transmitirle la sabiduría de su linaje.

Lilian Rosero es una fiel devota de su oficio y de la Vírgen del Rosario, madre artesana por excelencia. Día a día, la Vírgen extiende sus bendiciones sobre las tejedoras de sombreros de Sandoná que, a cambio, mantienen viva la tradición de la tejeduría en iraca o, como le llaman ellas, la paja toquilla. Durante más de un siglo las mujeres del pueblo y sus veredas han usado los dedos de sus manos como un par de agujas para hacer los sombreros que no solo cubren las cabezas de sus familias y clientes, sino que representan una parte importante de la economía local.

Una muestra de su devoción por el oficio es su entrega a la Cooperativa Femenina Artesanal de Sandoná, a la que le dedica sus días y esfuerzos. Antes de fundar la Cooperativa en 1985 era muy poco lo que las artesanas podían lograr por su cuenta en contra de la explotación, la precarización de su trabajo, y la oposición de sus maridos al trabajo artesanal. Afortunadamente juntaron sus manos, esfuerzos y almas para edificar este punto de encuentro y de apoyo. Después de años de servicio, Lilian afirma que lo más valioso de la empresa son las mujeres que la conforman. Se refiere a todas como sus hermanas pues sabe que juntas han formado una escuela de formación diaria desde la que apoyan el patrimonio cultural de su tierra. Ella misma se ha desempeñado como administradora del local en el que comercializan sus productos, así como la contadora y encargada del inventario, las capacitaciones y sus participaciones en ferias. A la cooperativa están asociadas directamente 36 mujeres, pero de sus gestiones se beneficia una larga cadena de personas, desde los cultivadores de iraca de Linares, Nariño, hasta las familias de las tejedoras que les ayudan a completar sus tejidos en el campo, y todas las jóvenes aprendices del oficio. Ha sido una dura labor, de sacrificios y entrega, pero Lilian se ha mantenido firme, animada por el inmenso amor que lleva dentro. Para ella la recompensa es clara: a pesar de no haber ido a la universidad ha adquirido el conocimiento necesario para hacer funcionar una empresa de la mano de la Cooperativa, y así aportar su grano de arena en la lucha de las mujeres tejedoras de Sandoná.

Artesanos de la ruta

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