Taller: Líneas de cuetanderas nasas
Oficio: Tejeduría
Ruta: Ruta Cauca
Ubicación: Inzá, Cauca
Resguardo indigena de Santa Rosa, Vereda Quiguanás, a kilómetro y medio del Crucero (Parque arqueológico)
3106431024
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@yenimildred.angelpancho.1
Quien toma la palabra es Mildréd y dice que Rosalba, su mamá, es la verdadera tejedora de la historia, pero que ésta prefiere el segundo plano, meterse en sus hilos y crear con las manos, más que con las palabras. “Soy la persona encargada de hablar y de abogar por ella”, se apura a decir y no puede ocultar el orgullo que le produce semejante misión de vida. Aunque ella le aprendió el oficio de la tejeduría, porque todas las niñas nasa lo tienen en la sangre, le falta vanidad para siquiera compararse con el talento de su madre. Prefiere, entonces, narrar a doña Rosalba y expresar lo que le significa ser heredera de esta tradición de su cultura.
Y habla, entonces, del legado que se propusieron honrar en lo que ella llama un emprendimiento familiar. Efectivamente, en la familia Ángel Pancho se han especializado en la tejeduría de la cuetandera, la emblemática mochila nasa con la bandera de rombos que revela la identidad de este pueblo caucano. Rosalba la aprendió a tejer con los colores naturales de la lana de ovejo, el negro, el marrón, los grises y los blancos, sin embargo, sin tener muy claro cómo ni por qué, se le dieron muy fáciles las combinaciones de colores en el bolso. Veía que la paleta que tenía en frente a los ojos era enorme, ni más ni menos que todos los colores de la tierra. Por eso, investigó y encontró en distintas raíces y hojas los colores que quería tejer, los verdes y amarillos que son tantos, así como la cascota de café para sus gamas de marrones y terracotas. Y, claro, la exigencia de los tiempos y del mercado los llevaron también a explorar los colores artificiales de los hilos de orlón que, en todo caso, no les gusta que se sientan “chillones”, así que Rosalba los combina como si de un paisaje se tratara, y así se los enseñó a sus hijos.
Estas tejedoras reflejan la razón de ser de la Estrategia OVOP, One Village One Product (un pueblo, un producto), una iniciativa o filosofía nacida en Japón que busca que las comunidades se apropien de algún producto o productos que les sean representativos y que les permitan perpetuar su identidad, y, de esta forma, promover un comercio justo y significativo alrededor de ellos. Eso es, justamente, lo que ha hecho la cuetandera con el pueblo nasa.
Ello significa valorar los procesos que rodean a la mochila. No solo las puntadas que están llenas de símbolos, sino irse mucho más lejos, a la preparación misma de la materia prima, la lana de ovejo, todo un trabajo cargado de mística, en donde, por ejemplo, la lana se corta en luna jecha, se escarmena o limpia de todas sus impurezas y se deja en el sereno una noche “para que la lana se vuelva más dócil y más blanda”. Además, para hilar, se debe repartir la lana en un palito de forma regular y ponérselo debajo de la axila para sacar sus flequitos y estirarlos de manera perfecta. Todo un arte que permitirá que se tengan las condiciones ideales del hilo para dar inicio a un tejido impecable.
Mildréd lo tiene claro: “estas historias deben ser contadas para que sigan existiendo y perviviendo”. Así que no solo cuenta con detalle cómo se teje y qué símbolos se plasman –en donde hace un énfasis muy grande en que varios de éstos se pueden ver en las figuras que reposan en los hipogeos del parque arqueológico de Tierradentro–, sino que relata el uso que se le daba originalmente a la cuetandera: era para que los médicos tradicionales cargaran allí el mambe, la coca, el tabaco y el chirrinche, este destilado de más de un centenar de plantas medicinales, todos estos, mediadores espirituales con los que no solo curarán a sus hermanos sino que espantarán a las malas energías que llegaren a perturbar la armonía de un hogar.
Saben que tienen mucho para contar y para mostrar en su pueblo, en Inzá, además, pasearnos por sus resguardos y deslumbrarnos con la elaboración de esta mochila que no es solo una mochila sino su mundo entero, un cuerpo que late y cargan consigo y cuyo cabresto es el ombligo mismo, y que sostiene un útero que carga la vida.
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