Taller: Madearte
Oficio: Trabajos en madera
Ruta: Ruta Cauca
Ubicación: Timbío, Cauca
Carlos Ovidio Jiménez recuerda muy bien cuando le compraron su primer biombo por allá cuando tenía 28 años. Lo había tallado y calado en Timbío, Cauca, pero lo llevaba pesadamente al hombro por la carrera Séptima, de Bogotá, cuando un hombre, a la altura del Parque Nacional lo detuvo emocionado y, sin pedirle rebaja, se llevó tremendo trabajo de cuatro cuerpos. Para él fue como un llamado de lo que debía ser su vida con la madera, un llamado de la suerte. Una que se repetiría muchos años después cuando, por cosas de la vida y el pedido de un hombre para que le llevara un biombo a Expoartesanías, lo hizo llegar a ese espacio que se ha consagrado como el lugar que recoge anualmente las más bonitas artesanías de Colombia entera y las expone.
Resulta que él no conocía Corferias y mucho menos la feria artesanal. Desde sus inicios como artesano, su mercado se había concentrado en el centro de la capital, vendiendo por la calle sus piezas monumentales de madera y cambiándolas por oro a los vendedores de la Jiménez, quienes usaban los biombos en sus oficinas para hacer sus negociaciones en espacios más privados; a él no le compraban biombos en su tierra caucana, les resultaban demasiado costosos, pero sí le pedían oro para fundir y hacer joyas, así que hizo el mejor negocio. Pero volvamos a Corferias. Ese día llegó a la feria con la promesa de compra de una de sus piezas. Entró, como Pedro por su casa, por el arco emblemático, pues ¿cómo se iba dudar de alguien que cargaba semejante belleza? Pero adentro, no encontró nunca al hombre que le había dicho que se lo compraría, dejándolo desamparado y a la vista de todos… terminó en la oficina de la gerente de Artesanías de Colombia de la época, Lucy Cajiao de Ruán quien, más que castigarlo con el decomiso con el que lo habían amenazado, vio a un hombre honesto y confiado que, ante todo, tenía un producto increíble. Lo invitó a la feria del año siguiente y, luego, a otras más. Lo dicho. Carlos Ovidio es un hombre con suerte.
Con esto claro, volvamos al origen, a su origen. Tiene la talla de madera grabada en su memoria de niño. Su tío Julio fue quien inició la tradición de los biombos en su familia, siempre vendiéndolos lejos, en Medellín y en Bogotá. Sabe que se les conoce también como mamparas y en ese producto se concentraron siempre. Le enseñaron a tallar cuando tenía ocho años y con ese saber en las manos empezó la vida; varios aprendieron y con eso se costearon los estudios. Hoy ya son ocho los miembros de su propia estirpe quienes perpetúan el oficio en Timbío. Además, recuerda que tallar para él era recorrer el cedro blandito y sin nudos que llegaba del Amazonas cuando era un jovencito, y que le gustaba su “color pastel tirado a rosado”, aunque al lijarlo le salía un olor amargo que no había careta que detuviera. Hoy, ya sabe que esa madera está vetada y que el guayacán, el roble, el fresno o el naranjo, presentes en su Cauca querido, hay que cuidarlos pues la deforestación, por décadas, hizo de las suyas. Afortunadamente, es vecino de Cartón de Colombia y sus cultivos infinitos de pino para hacer papel; de allí se surten para hacer sus artesanías.
Como buen dibujante que siempre fue disfruta trasladando su talento al arte del tallado, el calado y el torno; en cada técnica aplica sus conocimientos en un saber cultivado por cuarenta años. Se apuntala la madera al pecho y con la fuerza de su impulso le introduce la gubia y empieza a darle forma de hoja de balazo, flores como dalias, campanas o girasoles, pajaritos como los colibríes o arabescos. Dice que cuando se entrega a la madera nada lo atormenta, nada lo preocupa, y todo se hace bello y posible. Ha enseñado y le gusta hacerlo, sabe que es lo único que les permitirá continuar el oficio. Por lo pronto, está feliz de que su hija Lady Johanna esté interesada en seguir el legado desde el diseño y que su esposa le esté enseñando a sus vecinas las mil y un artes del decorado de la madera. Con esa tropa feliz, así se ven sus biombos y los otros productos que están haciendo usando toda la madera, para que no se pierda ni un poquito.
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