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Amparo Lucía Oliva

Taller: Grupo Asociativo Manos creativas
Oficio: Tejeduría
Ruta: Ruta Ipiales - Tumaco
Ubicación: Ricaurte, Nariño


En el piedemonte costero de Nariño crece la paja tetera, una fibra resistente que prefiere la humedad y la sombra, y que ha sido cosechada y usada desde hace siglos por la comunidad Awá. Más recientemente, esta misma fibra fue acogida por Amparo Oliva, una mujer curiosa que llevaba una vida dedicada a la pedagogía y que, un día, decidió aprender a ser artesana. No le faltaron el empuje ni la habilidad para aprender a tejer a partir de la observación de otros tejidos, que desbarataba y volvía a armar, ni para formar su asociación, hace más de 30 años. Desde que se inició en el camino de las artesanías, ha conseguido los atados de su material con los Awá de los resguardos de Pialapí, la Bocana, Cuscuabí y Paldubí.

Después de haber sido maestra municipal durante nueve años, Amparo Oliva se retiró para trabajar en la Reserva Natural La Planada como educadora ambiental. Fue en ese entorno, rodeada de las abundantes aves, anfibios y orquídeas de la reserva, que se le instaló la idea de hacer algo relacionado con las artesanías. Más de una vez se puso colorada por tener que responder que no tenían productos artesanales para ofrecer cuando los turistas querían llevarse algo hecho a mano, propio de la zona. Una vida dedicada a la enseñanza y el servicio hizo que, al pensar en lanzarse a esta nueva etapa, no dudara en hacerlo con y para otras. Por supuesto, ella estaría a la cabeza del grupo, investigando y compartiendo lo que aprendía. Decidió que formaría un grupo de mujeres para así poder invitar a las jóvenes y niñas de su región que atravesaban el reto de haber quedado embarazadas a una temprana edad y ahora tenían que mantener sus nuevos hogares. Reunió a esas mujeres cabeza de familia, entre los 14 y 22 años, y les enseñó lo que había aprendido gracias al proyecto que le había presentado a Artesanías de Colombia para reunirse con artesanos de la paja tetera de Guapi, Cauca, y de la caña flecha de Tuchín, Córdoba. Amparo sonríe al recordar que todo lo que ha hecho ha sido con gusto y esmero.

Comparando tejidos y trenzas, desbaratando y volviendo a armar piezas, dieron con sus productos: tejidos para la mesa y cocina. Con el tiempo, Amparo se volvió una maestra en tinturas y pudo ver un cambio en sus compañeras. Dice que ahora no son tan sumisas como antes, pues el tejido las ha unido con esa magia que crea amistades duraderas. El grupo se ha vuelto un lugar donde pedir consejos y aconsejar, en el que muchas estarán dispuestas a ayudarse para salir de una situación de maltrato y dificultad. Esa otra dimensión útil y esperanzadora que toma el tejido entre mujeres le ha dado ánimos a la propia Amparo para no dejar que los achaques del oficio, el constante dolor de espalda, la desalienten. Por eso, a todos lo que queremos saber de su historia y técnica nos recibe con cariño y paciencia, con los dichos y chistes que tiene para toda ocasión.

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