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Angélica Cruz

Taller: Artefique
Oficio: Tejeduría
Ruta: Ruta Huila
Ubicación: La Jagua, Huila


AGENDA TU VISITA

  Carrera 3 # 7-20 San Francisco, Centro Poblado de La Jagua, Huila
  3112883851
  artefiquelajagua@gmail.com
  @artefiquelajagua
  @ArtefiqueLaJagua

Imagina haber crecido en un pueblo encantado, entre las historias sobre las brujas chismosas y las tejedoras de fique. Ver a estas mujeres sabias y unidas transformar una penca en hilos con la ayuda de sus husos hechizados y aprender de ellas, conocedoras de la naturaleza, que para todo mal hay un agüita de hierbas que lo cura. Así fue para Angélica Cruz, quien se crió entre artesanas. Su madre, Luz Marina Trujillo, fue una de las cinco fundadoras de Artefique, asociación creada en 1991, junto a Cruz Elena Fernández, Melba Polo Trujillo, Maria Betty Naranjo y Rosario Torres. Del grupo hacían parte sesenta mujeres en total pero con los años muchas se salieron, otras fallecieron, y el grupo pasó a tener solo diez integrantes, que abrieron el camino para lo que es Artefique hoy en día.

En la Jagua era costumbre que las mujeres tejieran morrales. Hacían los pizarreros para que sus hijos llevaran la pizarra, el cuaderno de entonces, al colegio, y los roperos, para que sus esposos llevaran una muda de ropa cuando trabajaban al otro lado del río Magdalena en sus parcelas de plátano. También tejían el morral aguardientero, del tamaño exacto para llevar una media de Doble Anís a las fiestas de San Pedro. Siguiendo la tradición, lo que más han tejido Luz Marina Trujillo, Judith Trujillo, Melba Polo, María Gutiérrez y su hija Nora Cuéllar, Cruz Elena Fernández, María Betty Naranjo, Beatriz Quintero, Rosario Torres y Angélica Cruz, quienes componen Artefique, son morrales, bolsos y carteras.

Desde el comienzo han tenido sus telares en la sede de la asociación, en donde trabajan juntas. Allí llevan las libras de fique extraídas de las cercas vivas de las fincas cafeteras para lavarlas y tinturarlas con anilinas o con las plantas que conocen tan bien, como el achiote, la hoja de coca, la corteza del diomate, el té o la cebolla. Después, una vez seca la fibra, pueden montar y amarrar las hebras sueltas en el telar, o las pueden hilar. De todo el proceso, el hilado es lo que más cuidan, pues de este depende la calidad del tejido, que el hilo quede parejo, no se repela y no tenga hebras sueltas, y para ello, usan sus husos hechizados. Están hechos de una varita de guadua y una ruedita de neumático o de madera. Cada tejedora escoge el peso de la rueda y si va a hilar al aire, o dejando el huso sobre un taburete para que baile y suene tac tac tac. Luego, con la fibra hilada, tejen variedad de morrales.

Sin embargo, en el 2022, el grupo sufrió una gran pérdida, pues falleció una de sus integrantes, Marta Cecilia Trujillo, a quien Angélica describe como una artesana de excelente técnica. Era quien hacía las piezas más especiales, y fue de quien Angélica aprendió a tejer cuando salía del colegio y ayudaba a Marta y a su madre Luz Marina a terminar los pedidos y cortar hilitos. Para ninguna ha sido fácil, pues se siente su ausencia en el grupo. Por su parte Angélica, quien le prometió hacer que su legado trascendiera, se propuso lograr que Ivonne y María Camila, las hijas de Marta, se enamoren del oficio y hagan parte del grupo. No en vano su lema es “hilando vidas y tejiendo historias”.

A la misma Angélica le sucedió que tras estudiar diseño de modas en Barranquilla, la distancia le hizo ver y apreciar lo que tenía en casa. Regresó a la Jagua en 2018 y desde entonces trabaja de cerca con las artesanas, a quienes admira y respeta, ayudándoles a emprender nuevos proyectos y participar en convocatorias y concursos para actualizar y mantener viva su tradición. Gracias a la confianza y la unión lograron desarrollar durante la pandemia el proyecto turístico de la experiencia del fique. Quien las visita tiene la oportunidad de aprender de primera mano sobre el proceso detrás de sus productos. Queremos invitarte a ir y ver las pencas de fique que cultivaron en la sede, y a aprender sobre la cortada, extracción, tintura y el peinado, que no se hace con un peine sino a punta de fuetazos, golpeando la fibra. Al final las verás hilar, tejer y paletear con sus macanas de madera de chonta, y entenderás el valor y la magia que soportan su trabajo.

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