Taller: Asokumali
Oficio: Cestería y tejeduría
Ruta: Ruta Vichada
Ubicación: Cumaribo, Vichada
Tito veía a su padre, don Hernando Sánchez, tremendo líder de su comunidad, por años el único profesor bilingüe del departamento y presidente de una organización indígena del Vichada a los 33 años, y, para seguir su ejemplo, se aventuró a decirle un día que quería hacer una asociación de artesanos en Cumaribo. Éste lo miró de arriba abajo, sorprendido, y le recomendó que no lo hiciera. Con los años de tanto trabajo comunitario encima, sabía de qué hablaba, del sacrificio que venía junto al anhelo. Sin embargo, el hijo persistió y aunque fueron muchos años después que la logró consolidar, cumplió su sueño. Uno que empezó con 15 miembros y hoy tiene 86 socios. Hay que decirlo, don Hernando, como todo buen líder, celebró el logro de su hijo, sabiendo que ese impulso lo llevaba en la sangre.
Y es que este hombre ya en sus cincuentas se propuso desde siempre impedir que su cultura sikuani se desvaneciera por cuenta del paso del tiempo y las dificultades de conservar la identidad indígena en un mundo tan hostil. Desde temprano, y por cuenta de las enseñanzas de su abuela Simona, vio en la tejeduría más que un oficio. En cada canasto entendía cómo se afirmaban sus símbolos, sus raíces, sus historias. La melodiosa voz de esa mujer querida le contaba los relatos que ella misma había oído de niña, de cómo la tortuga matamata, más lenta que su amigo el morrocoy, un día se dedicó largamente a pintarle el caparazón, y por eso le dejó tan bello dibujo de puntos amarillos sobre su caparazón, mientras que el favor de vuelta, al ser el morrocoy un poquito más afanado que su amigo, le dejó un dibujo menos elaborado. Y eso que, en todo caso, es bellísimo…
De narraciones vívidas está hecha su historia, la de su pueblo, la de sus muchos hermanos sikuani, desplegados en las selvas magníficas del Vichada. Guiados por él, su comunidad de Santa Teresita del Tuparro hoy se dedica a la artesanía. Poco a poco han logrado que se les visite y valore como lo quieren ser, sin intermediarios. Cuenta Tito que por demasiados años los comercializadores los explotaron, aprovechándose de su bonhomía, de su carácter tranquilo y poco peleador. Así que mostrándoles a sus hermanos y hermanas el dispendioso trabajo que hacían, desde la recolección de la materia prima hasta la elaboración del objeto artesanal, les hizo ver que era necesario valorar más lo que hacían. Y una vez levantaron la cabeza, se dieron cuenta de que de sus manos salían maravillas.
Hoy en día, son una comunidad empoderada y que busca el reconocimiento que se merece. Saben que tienen mucho para aportarle al mundo y que éste está ávido de conocer hondamente aquellas cosas que le dan sentido a la vida. Por eso, cuando bailan hombres y mujeres sikuani hacen un énfasis especial en lo que los define: el respeto por ese otro que tienen enfrente suyo mientras danzan. En Santa Teresita del Tuparro nos esperan todos estos maestros artesanos para presentarnos su mundo.
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