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Dorothy Bernard Pomare

Taller: Dorothy Bernard Pomare
Oficio: Trabajo en tela
Ruta: Ruta San Andrés
Ubicación: San Andrés, San Andrés y Providencia


Cuando uno habla con Dorothy se le siente un viaje al pasado, a su infancia, al recuerdo fascinado de cómo sus padres y abuelos estiraban esa colcha sobre la cama de tal forma que nadie habría osado sentarse encima. Era domingo y así se dejaban las habitaciones en las casas para que cuando se regresara de la misa, estuvieran en el nivel de dignidad necesario para que se hicieran a las cuatro de la tarde las enseñanzas bíblicas tomando el té. Su padre, Míster Jacob Bernard, siguiendo la tradición, cantaba como bajo y tenor y tocaba la guitarra en la iglesia Bautista. Ella le heredó la voz y, también canta el góspel con su voz de soprano.

Para ella hoy hablar de artesanías es como recuperar un tiempo perdido. Uno en el que tiene claro que está remediando que no se tomó tan en serio aquello de la ancestralidad cuando era una jovencita. Como muchos hijos, daban por hecho que las cosas estaban allí, simplemente allí, y no se tomó el trabajo de aprender lo que sus abuelos cargaban en la sangre y contaban del pasado. Hasta que lo hizo. A sus 19, Miss Thalia le enseñó a trabajar la hoja de coco para hacer canastos y allí recordó que, de niña, hacía muñecas con la palma, la secaban y así les hacía el pelo a sus juguetes.

Luego fue Miss Elva Jay quien vio que tenía talento y le dijo que fuera al curso que dictaba de patchwork, en el Sena. Dorothy le dijo que ella no tenía ni tiempo ni paciencia para ponerse a cortar y coser pedacitos de tela, pero algo en la insistencia de Miss Elva la hizo recapacitar y hoy puede decir que prácticamente no hay día en el que no le ayude a esta maestra de tantos a trabajar esta técnica de la confección. Coser para ella es una forma de la compañía y una excusa para recordar. Así que nunca se arrepentirá de haber aprendido este arte tan tradicional de la isla de San Andrés. Porque si le hubiera dado la espalda a esta costumbre no habría aprendido que las primeras colchas de retazos que se hicieron en la Isla nacieron de los costales que traían la harina de Colón, de la vecina Panamá.

Los sacos tenían adentro una telilla, una especie de lino, que las mujeres raizales desplegaban y empezaban a recortar para hacer todos los arreglos de las prendas que se necesitaran. De allí nació el patchwork, del ingenio de las manos de mujeres recursivas que hicieron de la escasez un arte. También la usaban como cernidor para hacer almidón de yuca y así almidonar la ropa. Porque en su memoria solo hay cuentos lindos de la elegancia de las sanandresanas, sobre todo, vestidas punta en blanco para ir a la iglesia. Dorothy conecta todo este pasado y cuenta que en los desfiles del 20 de julio cuando era niña, esos en donde Colombia le reafirmaba a la isla que era territorio colombiano, su mamá había almidonado tanto su uniforme que la falda se volvía casi una escultura que ninguna brisa levantaría. Así que hablar de artesanía para Dorothy es repasar su historia. Y la de su familia raizal.

Se debate entre las colchas de patchwork, entre los delantales y las faldas y las fundas y las sábanas, todo ese trabajo inmenso que hay detrás de cada piecita de tela, y la cocina, otra de las artes que ama. Dicen que su tortuga, su rondón y la carne de cerdo que hace, todos con leche de coco, son sus platos estrella. No importa. No se trata de competir, lo sabe, todo se complementa y hace parte del ser raizal. Recordar y vivir su isla. Honrar la ascendencia jamaiquina de su abuelo y tener a San Andrés y Providencia como la tierra de sus amores.

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