Taller: Eduarte Artesanías
Oficio: Cestería
Ruta: Ruta Caquetá
Ubicación: El Paujil, Caquetá
Carrera 2 # 4-38, El Paujil, Caquetá
3208903114
Esposa Ma Carmen: 3123449409
En las selvas vírgenes que sobreviven cerca de El Paujil, Caquetá, el artesano Eduardo Bernal encuentra su material, el bejuco. En las selvas que han sido taladas, a pesar de que retoñe la vegetación, no podría encontrar el bejuco pues no vuelve a crecer. Lo hay de tres tipos: panzaeburro, yaré y crucero. El primero se deja trabajar fácil, no se quiebra y de él salen largas fibras. El segundo es muy fino, pero es difícil de encontrar, y el tercero, con su característica cruz en la médula, es quebradizo y por lo tanto solo se puede trabajar en tiras corticas, que sirven de parales alrededor de los que se teje con tiras más largas.
Más de cuarenta años viviendo en el Caquetá y la crianza de su padre le enseñaron a Eduardo a trabajar con las bondades de la tierra. Su padre, Isidro Bernal, solía tejer canastos para recoger café y maíz mucho antes de que llegaran los costales, al tiempo que cultivaba y cosechaba. A diferencia de sus cinco hermanos, Eduardo fue el único que decidió ponerle cuidado al trabajo del padre y aprender. Aprendió sobre los canastos largos cargados a la espalda, que aguantaban el peso de dos arrobas de maíz, y los canastos cuadrados pequeños, amarrados a la cadera, usados para recolectar café.
Creció y, sin dejar de lado su tradición de artesano, se hizo popular en su pueblo como podador de árboles, su principal trabajo. La tejeduría en bejuco y la poda de árboles, además de tener en común que ambos dependen y se nutren del mundo vegetal, son dos trabajos que se han conjugado muy bien en la vida de Eduardo. Para soportar el calor de El Paujil, sus habitantes siembran en las aceras y parques los pomos, maníes y cafés que les darán sombra. Una vez crecen Eduardo los poda redondos o cuadrados y aprovecha para promocionar sus canastos entre sus clientes. Poco a poco se ha regado la voz y hoy en día es quien ejecuta los variados encargos de piezas tejidas que le encomiendan. Le piden piezas de pared para decorar negocios, lámparas, floreros, canastos para huevos y hasta tapetes, que teje en la variedad de bejuco que aguanta el peso sin quebrarse.
A él le gustan los encargos pues lo retan a resolver cada pieza. En una ocasión les llegó a unos pescadores el rumor de que Eduardo trabajaba el bejuco y le pidieron un canasto nasa. Se trata de un canasto de dos entradas que se llena con cebo y se usa para atrapar peces en el lecho de los ríos. Hacía tiempo él había visto a su padre tejer uno de estos, así que se acordó de lo que había visto e hizo su propio canasto pescador. Sus inventos alcanzaron un nuevo potencial, conseguir las cachamas, mojarras, nicuros, bocachicos, pintadillos y sardinas de los abundantes ríos del Caquetá. Este artesano, que ha aprendido tanto de tan solo mirar, se le mide a todo y disfruta cada pieza que hace, recordando sus inicios como tejedor de la mano de su padre.
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