Taller: Visión Rústica
Oficio: Trabajo en madera
Ruta: Ruta Caquetá
Ubicación: Florencia, Caquetá
La primera pieza que Jaminton talló en madera fue un tigre. Se la dio a una abogada a la que le gustaría volver a contactar para pedirle una foto del tigre que marcaría su entrada a este oficio, pero no ha dado con ella. A la abogada y al oficio los conoció en su paso por la cárcel de Medellín, cuando se dio cuenta de que tenía dos opciones, o se echaba a perder o se ponía a estudiar. Afortunadamente se decidió por el estudio, pues vio en la talla una opción para sustentar a su familia, que lo esperaba afuera. A sus 34 años descubrió lo que Dios le tenía guardado: la vocación para el trabajo en madera, y al salir, pudo seguir labrando ese camino.
Al volver al Caquetá, lo primero que hizo fue una vaca amamantando a su ternero, inspirado en el ganado de la región. Después hizo un caballo, y poco a poco se fue dando cuenta de que le interesaba hacer piezas a las que pudiera darles un acabado rústico. Empezó a recoger trozos de madera y a transformarlos. Tiene la suerte de vivir en un departamento que además de ser montañoso y rico en vegetación, está lleno de ríos. El agua arrastra y limpia la madera de los árboles caídos en invierno, que se puede recoger durante el verano, entre noviembre y enero. Jaminton adoptó la costumbre de visitar las playas en verano para abastecerse de la madera con la que trabajará durante todo el año. Al tiempo que ayuda a limpiar las riberas y playas de los ríos Caguán, Guayas, Caquetá, San Pedro y Orteguaza, ayuda al medio ambiente al no apoyar la deforestación. Se lo pueden imaginar llegando al taller con la camioneta cargada de troncos, rodajas y raíces, y a los vecinos diciéndole que se enloqueció. No en vano en su barrio lo conocen como el rústico. Y si en otra época del año se va de paseo y en el camino ve una raíz, no duden de que hablará con los dueños de la finca para pedírsela y que encontrará la manera de desenterrarla.
Una vez lleva todo ese material a su taller, deja que cada pieza le diga en qué ha de transformarse. Con la ayuda del sinfín, una plana, sierra y herramientas de mano, vuelve un trozo de granadillo, achapo o laurel un mueble, pesebre, pieza para pared, silla, lámpara o animal tallado. Las maderas que trae el río pueden llevar años siendo curadas por el agua y, por lo tanto, las piezas que Jaminton hace con ellas son eternas. Gracias a la experiencia este artesano sabe para qué le servirá cada una. Sabe, también, que cualquier madera sirve para hacer un mueble pero no cualquiera se deja tallar. Cuando trata una madera y le saca la corteza ennegrecida da con la macana, el corazón fino de la madera. Muchas veces es en ese proceso de limpieza que le encuentra la figura a cada tronco.
Jaminton encontró su mercado en la talla de muebles, además de una habilidad especial para descubrir el potencial de trozos de madera únicos. Cada tanto talla los animales que conoce, un gallo fino, una guacamaya o una danta. Se sueña con aliarse con los pajareros del Caquetá para aprender sobre las especies y su morfología, y tallarlas en madera pues su departamento, además de abundante agua tiene una impresionante diversidad de aves. Sería otra maravillosa manera de conjugar su oficio y talento con las bondades de su tierra.
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