Taller: Libertejidos
Oficio: Tejeduría
Ruta: Ruta Huila
Ubicación: San Agustín, Huila
Muchas veces es difícil rastrear los inicios de una técnica artesanal, pero en el caso de Listbina Becerra, está muy claro cómo y cuándo nació su oficio. Se trata de la tejeduría en fibra de plátano que, por su proceso de extracción, es distinta de la tejeduría en calceta de plátano. Todo empezó cuando Listbina era una niña y su madre, Clelia Rengifo, quiso presentar un nuevo producto para vender en las pequeñas ferias artesanales que hacían en Obando, Huila. Clelia venía de una familia de tejedoras. Su madre, Guillermina Rengifo, y su abuela, Abigail Rengifo, tejían con la lana de las ovejas que ellas mismas criaban, y su tía, Jacinta Elvia Rengifo, hacía telas en fique. Se le ocurrió entonces extraer fibras de las capas que se desprenden del tronco del plátano, a las que les llaman sajas, y llevó a Obando un morral que en ese primer intento parecía hecho con fique sucio.
En ese entonces vivían en el estrecho del Magdalena. Después de su primer acercamiento a la fibra lo que siguió fue investigar y perfeccionar la técnica. Su marido, Onias Becerra, le ayudaba a extraer el material a mano: sobre un madero se raspa la saja, que tiene que estar verde, con una guadua o con una cuchilla para descubrir los filamentos. Después se lava con agua y un poquito de jabón para quitarle las manchas y que no parezca fique sucio, a lo que le sigue el paso más árduo del proceso: amarrar los filamentos a un palo y se peinarlos con una peineta para quitarles la celulosa. Hay que peinar y peinar y por eso la fibra es cara. Después de un tiempo se dieron cuenta de que era propensa a ser comida por pequeños insectos y desde entonces la inmunizan con ají. Por todo esto resulta fascinante cómo Clelia fue descubriendo, empíricamente, la manera más eficiente de procesar la fibra que, una vez lista, usaba directamente en el telar, o hilada, para crear tapetes, manteles, bolsos, individuales y chalecos. Su trabajo le valió la Medalla a la Maestría Artesanal en 1985, y cómo no, si además de inventarse una técnica, se dedicó también a transmitirla. Esta generosa artesana llegó a viajar a Ecuador y Panamá para dictar talleres. También les enseñó todo sobre la fibra de plátano a sus hijos y, antes de fallecer, les encargó seguir relevando su saber para que este no desaparezca. De sus siete hijos, hoy Listbina, Rosario y Héctor portan con orgullo la herencia de su madre y la mantienen viva a través del trabajo.
Listbina Becerra trabaja junto a su familia y las más de cuarenta personas que hacen parte de Libretejidos, quienes han venido al taller a aprender y tejen en sus casas, mientras cuidan a sus hijos o estudian. Se trata de una fibra suave, resistente y versátil, con la que se pueden hacer delicadas telas. Han experimentado, con el mismo espíritu curioso de Clelia, las mezclas entre fibra de plátano y algodón, hilo de cobre o seda, y las tinturas naturales con nogal, cáscara de café, achiote, índigo y semillas de aguacate. Su oferta de telas solo crece y crece y no sería una sorpresa que inauguren la tejeduría en fibra de lengua de suegra, planta con la que han estado experimentando y ya han descubierto que les puede dar un hilo muy fino.
Si te animas a recorrer esta ruta y conocer a Listbina Becerra, te damos un dato que te alegrará el paseo: además de ser la portadora de la tradición de la tejeduría, Listbina mantiene también viva la cocina ancestral Huilense y prepara unas deliciosas arepas asadas en piedra. Aprendió a hacer las arepas de maíz pelado y queso de su abuela Guillermina, la misma a la que vio tejer con lana toda su vida.
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