Taller: Grupo De Artesanos Martha Borja
Oficio: Cesteria
Ruta: Ruta Sucre
Ubicación: Colosó, Sucre
A la palma de iraca le gusta crecer en los terrenos escarpados al borde de los arroyos. Martha Borja y su grupo artesanal reciben sus cogollos y empiezan su labor: lavarla, abrirla, cocinarla y lavarla otra vez, secarla al sol durante días para que coja su color beige, ripiarla (separar la vena de la fibra con la que van a trabajar) y empezar a armar los rollos que le dan el nombre a la técnica que usan: cestería en rollo de iraca. A la iraca no le pegan los tintes naturales. Aunque lo intentaron mucho, la bija, el achiote y la cúrcuma se resbalan por la grasa que cubre la palma y hay que tinturarla con anilinas para poder hacer diseños de colores en las cestas características de las artesanías de Colosó.
Justamente, cuentan que la primera mujer en Colosó que usó la iraca en rollo fue Carmen Carrascal. Como sus hijos no tenían en qué llevar los cuadernos del colegio ella les armó una canasta con la iraca, que a todo el que la veía le llamaba la atención. Amparo Novoa Carrascal, una de las hijas que se benefició del invento de Carmen, trabaja ahora como gestora del grupo de tejedoras.
Martha Borja y su asociación, de la que hacen parte 25 personas, usa la iraca en rollo para hacer individuales, canastas, y bolsos. Las hacen a pulso, cosiendo los rollos de palma con la ayuda de una aguja capotera y cabuya, y apretando para darle forma a sus productos sin usar alambre. Aunque el grupo lleve su nombre, cada vez que llega un pedido se reúnen todas las tejedoras para tomar las decisiones de diseño y precios antes de ponerse manos a la obra. Los clientes les ponen retos y ellas siempre han sabido resolverlos. Las que saben un poquito más ayudan a las que no saben mucho y después pasa Martha, tijera en mano, soltando las costuras mal hechas y ayudando para que todas las piezas que salen del taller sean de calidad.
Para Martha este oficio empezó a los 17 años cuando vio a su hermana mayor, Ana María Borja, usando la iraca. Le llamó la atención pues, como dice, «todo lo que es arte la enamora». Le compró una canasta a su hermana, que desarmó y volvió a coser varias veces para practicar. Después, apoyándose en el conocimiento de Ana María y otras tejedoras vecinas, fue afinando su técnica. En el taller se la pasa haciendo pruebas de nuevos productos y fusiones entre materiales, por ejemplo iraca con totumo, madera, o con tela para hacer bolsos. Sabe de modistería, pintura en tela, macramé ¡se le mide a lo que sea!
Juntas han encontrado la manera de representar en sus cestas la flor de arizá, las campanillas violeta o las casas del pueblo, que por muchos años han sido de color blanco y rapé y que ahora, a medida que el pueblo ha ido llenando de casas coloridas, sus cestas las muestran coloridas también. Martha cuenta que ha sido un proceso, pues antes, cuando salían al patio no veían nada que pudieran representar en sus piezas. Pero después de una capacitación esto cambió y aprendieron a usar como referentes naturales todo lo que las rodea. Sus cestas y piezas ornamentales ahora muestran los Montes de María, al pie de donde queda Colosó, además de animales como la icotea, la culebra y el pájaro carpintero, y las frutas y hojas que crecen en su jardín como la papaya, guanábana, patilla y limón. Ahora se puede apreciar todo lo que las rodea dibujado en sus cestas y sus diversos productos en rollo de iraca.
No puede copiar contenido de esta página