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Viviana Tombé

Taller: Casa del Colibrí
Oficio: Tejeduría
Ruta: Ruta Cauca
Ubicación: Silvia, Cauca


La Casa del Colibrí es el emprendimiento turístico y artesanal que crearon en 2016 Viviana Tombé, Sandra Tunualá y Víctor Mera. Es un ejemplo inspirador de cómo las nuevas generaciones de indígenas misak, de la comunidad de Guambía, en el municipio de Silvia, están conservando las raíces de sus padres y abuelos. Viviana es dulce, elocuente y generosa en conocimiento, y le interesa contar lo que significa ser misak y lo orgullosa que se siente de ser parte de esta cultura enclavada en las montañas del Cauca. Cuenta que introducirse en este mundo implica entender el territorio como un ser, y como tal, digno de todos sus derechos. Además, que ser misak significa vivir en comunidad, como un todo, y que las decisiones así se toman, en consenso.

El objetivo de este grupo indígena es propender por el bienestar de ese ser que es la tierra, como forma de garantizar el bien mayor en el resto de quienes la habitan. Aunque su mamá no nació en Guambía, sino en Córdoba, Nariño, desde hace más de cuatro décadas vive en estas tierras y, con estas raíces, fueron criados los cuatro hijos de la familia Tombé. Lo mismo sucede con su compañero Víctor, que es Pasto, pero al estar integrado plenamente a la vida misak ya fue incluso censado como un miembro más de esta comunidad. Viviana nos va contando del ser misak desde su más profunda expresión que es el vestido y sus tantísimos significados, empezando por los colores. El atavío típico, y que resulta una mancha magnífica de fucsia, azul y negro cuando llegamos a Silvia, carga consigo los colores de la bandera misak, colores soñados por un taita, ocho décadas atrás: el fucsia, o rojo para ellos, representa la sangre derramada en tiempos de la colonización; el azul, al ser ellos hijos del agua, simboliza sus lagos y lagunas, y el negro representa la madre tierra, refugio de raíces y semillas. Cada misak los viste con orgullo y protege su tradición y, así, por ejemplo, el sombrero o tambalguarí, es único y nadie más puede usarlo (ni venderlo) sino a quien se le tejió, ya que en su espiral están las puntadas de su existencia. Portarlo es tener claro el ciclo de la vida; lo acompañan dos borlas de lana tejidas que cuelgan en la parte delantera del tambalguarí, son la complementariedad del hombre y la mujer. Chumbes, collares y mochilas también son parte esencial del atuendo misak. En ellos se cuenta la historia de este pueblo.

Allí se imprimen los símbolos de la cosecha, del maíz, de las mujeres, de las lagunas y de los animales; la flor misak representa los meses del año y las puntas de las estrellas son los elementos y reflejan también los cambios de luna. Con los chumbes se envuelven “como un tabaquito” a los niños cuando están pequeñitos, para que crezcan rectos, física y moralmente, y los collares, que en tiempos de las abuelas sumaban tres libras de mostacilla en vueltas alrededor del cuello, son blancos porque representan la armonía y tranquilidad del territorio y los llevan ellas por ser dadoras de vida y cuidadoras. Este taller artesanal busca que el visitante entre en contacto estrecho con la cultura, que se sumerja en ella y descubra el espíritu misak a través del encuentro y el compartir. Tienen tan claro el significado ritual de sus objetos que caminan con mucha delicadeza sobre el peligro de la apropiación cultural, por lo cual Viviana y su equipo han hecho un especial énfasis en la creación de piezas artesanales que conserven significados, pero produciendo bisutería y mochilas que no rivalizan con el uso espiritual del atuendo. Saben que esta es la manera de generar recursos en una comunidad que los necesita, pero sin malherir su patrimonio y educando al visitante en el respeto por el otro.

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