Taller: Oggun
Oficio: Joyería/Bisutería
Ruta: Ruta Valle del Cauca
Ubicación: Cali, Valle del Cauca
La experiencia de Wilfredo con los metales se remonta a su adolescencia, cuando unos parientes que venían de Bucaramanga le enseñaron a hacer joyería. Empezó por la técnica del armado, que consiste en cortar piezas y soldarlas para hacer anillos, cadenas o dijes. Las hacía en plata y oro. Después estudió mecánica automotriz, otra disciplina ligada a los metales, pero prefirió dedicarse a la joyería.
Lleva años dedicado a la joyería artesanal junto a su esposa, Merly Patricia Alzate. Hacen un buen equipo, pues sus caracteres se complementan. A ella le gusta soldar y hacer figuras orgánicas, de plantas y flores. A él le gusta hacer motivos geométricos y figuras detalladas. Si ella suelda las piezas, él les da definición.
Su esposa tiene un conocimiento espiritual muy grande, según cuenta él, por haber sido criada en el campo. En una ocasión buscaron a un guía espiritual y dieron con alguien que conocía de la religión Yoruba. Fue entonces cuando Wilfredo conoció a Oggun, la deidad yoruba de los herreros. En sus representaciones siempre lleva una espada y es el patrón de quienes trabajan en metal. Para Wilfredo, encontrarse con Oggun fue una revelación en la que todo cobró sentido: la presencia de los metales en su vida, en la joyería, la fabricación de pailas en cobre y la mecánica automotriz, y su predilección por las formas geométricas. Entendió que es hijo de este dios y que desde muy temprano sus dones se habían expresado a través de él, aunque no lo supiera. Además, resulta que su abuelo paterno nació en África, al igual que Oggun, por lo que todo se conectó y Wilfredo se reencontró con sus raíces. Sintió la necesidad de pedir permiso y tener el nombre de la deidad yoruba cerca, para gozar de su protección y guianza, y por eso su marca de joyería se llama Oggun.
Además de ayudarlo a encontrarse con Oggun, Merly Patricia también lo ha acercado a la tradición de las pailas de cobre. En su familia se prepara el famoso manjar blanco valluno, religiosamente, en diciembre. Se calientan la leche, el azúcar y el arroz licuado, revolviendo constantemente, hasta llegar al punto en que se ve el fondo de la paila. Las mejores pailas para esta preparación, son las de cobre, que coincidencialmente se volvieron el nuevo descubrimiento y oficio artesanal de Wilfredo.
Una de las primeras figuras que hizo en metal, aparte de las joyas, fue una escena miniatura de la preparación del manjar blanco. Hizo la pailita junto a la caguinga, que es la pala de madera usada para revolver la preparación, y las puso dentro de un totumo, donde se sirve el manjar blanco. Ahora hace pailas grandes que sirven tanto para decorar un espacio como para cocinar. A partir de una lámina de cobre, bronce o aluminio, se le da forma al recipiente con el martillo de bola. Trabaja contra un tronco al que le talla la forma cóncava de la paila, según el tamaño deseado. Cada una puede necesitar hasta diez mil martillazos. Una vez les da la forma, les hace texturas, las pule o las brilla. También da talleres de pailas en cobre, en los que cada persona puede salir de su taller con su propio recipiente hecho a mano. Cuando visites a Wilfredo en la Loma de la Cruz, en Cali, para conocer su trabajo o martillar tu propia paila, te encontrarás con un hombre que estaba destinado a trabajar con el metal, entregado a su oficio desde muy joven.
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