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Eisenhower Ramos y Teresa Jacanamejoy

Taller: Curarte
Oficio: Enchapados y recubrimientos y tejeduría
Ruta: Ruta Putumayo
Ubicación: San Francisco, Putumayo


Habla como todo un sabio, pero apenas está en sus veintes. Será la experiencia de vivir dentro de una nutrida familia Kamentsa que le ha inculcado todo lo que sabe, y más. Eisenhower es hijo de Teresa y primo de Olga, Hernán y Wilson, sobrino de Arturo y Miguel y nieto de Josefa, quien lo trajo al mundo como partera y sembró la placenta que le daría el arraigo a su territorio en el Valle de Sibundoy.

Habla de su familia con pasión porque sabe que es su extensión y heredero y que hablando de ellos habla también del pueblo Kamentsa, que traduce al español “hombres de aquí mismo con pensamiento y lengua propia”. Cuenta que la naturaleza de esta comunidad indígena es la de compartir y conservar la lengua y que dentro de esta idea también se integra aquella del curar, del curarse a uno mismo y a su familia que es la comunidad misma, como un gesto de pensar en el otro. Curar significa sanar los dolores del cuerpo, claro, pero también significa conectar el pensamiento con el corazón y el alma.

Y allí el tejido adquiere un sentido específico, pues usar las manos es tejer desde el “ainanokan”, desde el corazón, pues allí reposa todo lo que somos y podemos dar y recibir. Con el tejido se conectan las personas y las ideas, se aprende y se enseña. Se recuerdan y continúan las historias. Se enaltecen las memorias y se proyectan futuros. Se convoca. Esta es la misión que estableció con su familia al fundar en 2016 el espacio Curarte, su propuesta de curar con el arte, a través suyo, ya sea desde la medicina, con el “remedio” del yagé, la música y la artesanía en chaquiras. Buscan que su proyecto se convierta en una escuela de pensamiento.

Para ellos, la mezcla de estas tres esferas es esencial para encontrar el equilibrio vital. Teresa, su mamá, es una lideresa de la comunidad Kamentsa, como también lo fueron su abuelo y lo son sus tíos, ambos taitas o médicos tradicionales que hacen de la toma del yagé parte del ritual de sanación. Además, hace más de 18 años, esa mamá fuerte creó la Cooperativa de Cultivadores de Plantas Esenciales y Aromáticas del Putumayo. Todos le están apostando a la siembra del saber entre los más jóvenes, como una posibilidad de quedarse en el territorio y vivir de la puesta en práctica de sus creencias y vocaciones sin tener que irse del Putumayo por la falta de oportunidades.

Eisenhower es consciente de la apabullante globalización que pone en riesgo la continuidad de las costumbres, pero no la quiere calificar de negativa, solo asumirla como una realidad y, por el contrario, fortalecerse como indígenas combinando el mundo ancestral con la galopante velocidad de occidente. Sabe que allí radica una potencia sobre la cual las nuevas generaciones deberían transitar. Verlo y oírlo es sentir su convicción y saber que el legado estará a salvo.




Artesanos de la ruta

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