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Ana Delia Martínez

Taller: Artesanías el Juncal
Oficio: Tejeduría
Ruta: Ruta Arauca
Ubicación: Tame, Arauca


AGENDA TU VISITA

  Carrera 4 # 13-54, Barrio San Antonio, Tame, Arauca
  3104863680
  Felipe Calderón Martínez (hijo): 3212426472

Nacida en Miraflores, Boyacá, Ana Delia trajo consigo el oficio que aprendió muy joven a Tame, Arauca. Desde niña le parecieron lindos los canastos que veía en las plazas de mercado. Ella misma los compraba para cargar los huevos que vendía en el pueblo, traídos desde la vereda en la que vivía con sus padres y sus seis hermanos. Creció, además, viendo a su madre tejer esteras usando los juncos que recogía de la orilla de las lagunas y pantanos, y solía ayudarla a cortarlos y tenderlos para que se secaran antes de ser tejidos. Un día se le ocurrió que quizá ella misma podría hacer los canastos en los que cargaba los huevos, así que consiguió la caña de castilla y empezó a ensayar hasta que le salió un canasto pequeño. Aprendió a usar esta fibra que corta las manos si no se sabe agarrar y, después, ensayó con el junco, hasta hacer un canasto tan grande como para guardar la ropa. Siguió haciéndolos y vendiéndolos los domingos. Los llevaba al pueblo y ofrecía en las calles hasta encontrarles un comprador. Lo mismo con las esteras.

Cuando tenía 22 años llegó a Tame con su esposo y sus dos primeros hijos, de apenas uno y dos años. Llegaron siguiendo el consejo de un familiar, que había oído sobre los baldíos en los que se podían asentar. Pero para encontrar un terreno disponible había que cruzar ríos y muchos kilómetros a pie y, como iban con dos niños pequeños, optaron por comprar un pedacito de tierra cerca a Tame y establecerse en esta tierra calurosa, muy distinta de Miraflores y su clima templado. Atrás dejaron a sus familias y las plazas de mercado llenas de todo tipo de vegetales que aquí no se daban, incluyendo los juncos y la caña de castilla con los que Ana Delia hacía sus canastos.

Pero aquí encontró la iraca y la calceta de plátano. Tuvo que cambiar de fibra pero la técnica siguió siendo la misma, al fin y al cabo, había aprendido sola, a puro ojo, y no le iba a ser difícil cambiar de material si lo que tenía eran habilidades para la cestería. En su nuevo hogar, una finca en un sitio húmedo y pantanudo, se daba la iraca, así que esta artesana no tardó en aprender a procesarla y ponerse manos a la obra.

El hijo que trajo en brazos a Arauca ya tiene 57 años, y Ana Delia lleva toda una vida dedicada a los canastos. Trabajaba toda la semana para sacarlos a vender el domingo y, a medida que se fue dando a conocer, la gente empezó a hacerle encargos. Como no era costumbre de esta nueva región el hacer canastos, Ana Delia pudo destacar con su oficio importado de Boyacá. Así siguió, haciendo además esteras, muy apetecidas para dormir en el suelo. Tuvo seis hijos más y cuando su marido se enfermó, ella misma los sacó adelante a punta de canastos, y cuando se fueron a estudiar, los siguió apoyando y cuidando, mandándoles parte de lo que ganaba de sus artesanías.

Luego conoció la calceta de plátano y decidió usarla para hacer piezas más figurativas. Se ingenió unos buhos, que resultaron muy populares, e incluso ha participado en las fiestas del pueblo haciendo las figuras del pesebre que se exhibe en la plaza en diciembre. Encontró en las piezas decorativas y más pequeñas una solución a los achaques que llegan con la edad, pues pasados los años le cuesta hacer esteras o canastos grandes ya que le demandan estar agachada mucho tiempo. Cuando la visites, estarás conociendo a una artesana formada a pulso, de quien se puede decir que lleva toda una vida entregada a un mismo oficio.

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