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Jhon Edison Juajibioy Juajibioy

Taller: Jaguar Arte y Diseño
Oficio: Enchape en chaquira
Ruta: Ruta Putumayo
Ubicación: Sibundoy, Putumayo


Jhon Edison se sabe el heredero de la tradición de toda su familia. Papá, mamá, hermanos, primos, tíos, todos, todos en su entorno se han dedicado a la artesanía por años. Al inicio de sus treintas lleva en alto el legado kamentsá y, por donde vaya, hace lo que le oyó alguna vez a alguien: ser indígena. Es de la generación que ha logrado sacudirse la terrible vergüenza que les hicieron pasar a sus ancestros y, con la conciencia clara de vivir en un mundo globalizado, le agradece a la vida poder ser portador de las historias de su pueblo.

Más de la mitad de la vida se la ha dedicado a la música andina, a los vientos, rondadores, flautas, quenas, cuerdas, guitarra, charango, violín, percusión, bombo y batería. Cuando habla de los ritmos amazónicos de los que hace gala en cada escenario donde se presenta, se hincha de orgullo de lo que es. Junto a su padre y hermanos tocan y cantan su tierra en un grupo que hace honor a la hermandad, que en su lengua kamentsá se dice Katsatan.

Fue en Bogotá donde valoró con mayor detenimiento su origen y, aunque estudió Licenciatura en Educación Física, un regreso a la tierra siempre se le aparecía cuando le pedían que hablara y contara cómo era el Valle de Sibundoy. Los niños se le quedaban mirando asombrados por tanta belleza de relatos y música, por lo cual esta tarea de ser embajador de su territorio la continúa haciendo en donde se lo piden. La artesanía, aunque siempre había estado allí, de esta manera se le puso en primer plano.

Y vino a la manera de una memoria. La artesanía era parte de su paisaje cotidiano, ver a las mujeres de su familia tejiendo, a su abuela en lana y a su mamá y tías en chaquira. Esos son sus recuerdos más lejanos en este campo, verse con el hilo en la mano. Luego, se inclinaría por el trabajo en madera. Sus tíos serían su inspiración y el taita Joaquín sería el encargado de enseñarle el arte de tallar. Por años trabajó para otros hasta que llegó la pandemia.

Como todos en el mundo también tuvo que “reinventarse” y, con su familia, vieron la necesidad de estar más cerca que nunca y, de esta forma, sacar la fuerza que no sabían que tenían y que les pedía esta dura situación. Fue así como se inventaron un emprendimiento, el Taller Jaguar Arte y Diseño, especializado en máscaras de felinos en cedro y urapán y enchapadas en chaquira. Allí se ponía a prueba todo lo que sabían y, detrás de los animales de las garras y los ojos penetrantes, encontraron su poder. En las tallas ha aprendido a plasmar las visiones producto de la toma del yagé, la medicina, como llaman a la planta sagrada.

Su misión es rescatar la identidad de su pueblo, protegerla contándola. Y va por buen camino.

Artesanos de la ruta

Artesanos de la ruta

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