Taller: Artesanías Golondrina
Oficio: Alfarería y cerámica
Ruta: Ruta Vaupés
Ubicación: Mitú, Vaupés
La leyenda cuenta que hace muchos años, a una mujer recién casada, la visitó el espíritu del barro gris y le ofreció su ayuda. En su comunidad de la etnia Cubeo era costumbre que las mujeres aprendieran todo sobre el oficio de la cerámica para que así, una vez casadas, pudieran hacer las ollas, platos y tinajas que usarían en la cocina del hogar que formarían junto a su esposo. Pero esta mujer no sabía hacer nada y nadie quería enseñarle. Un día, todos en su comunidad salieron a hacer sus deberes diarios y la dejaron sola, en la maloca, con la arcilla que debía usar para empezar a equipar su cocina. Fue entonces cuando se le apareció el espíritu del barro gris y le preguntó qué hacía. Era evidente que, por más que intentara, ella no sabía cómo hacer una olla. Así que el espíritu le ofreció su ayuda. Cuentan que no se demoró ni una hora en hacer todo lo que necesitaba y que, una vez terminadas las piezas, aprendió también a bruñirlas con una piedra y recibió instrucciones sobre cómo quemarlas. Cuando cayó en la cuenta y volteo a mirar al espíritu, ya la Diosa del barro gris se había ido.
Además de contarle esta historia, su madre, Leticia Gutiérrez, le contaba a Luz Mary cómo antes, cuando no existían las ollas de aluminio, los tiestos eran fabricados por las mujeres. Si una no sabía, entre todas le pasaban este conocimiento, transmitido de generación en generación. Sin embargo, a Luz Mary le llegó la sabiduría del barro a través de Rosalba Pulido, su suegra, y las mayores de su comunidad, como Matilde Gutiérrez. Ellas le enseñaron a mezclar la arcilla con la corteza del palo joropena para que, una vez quemadas, las piezas no se quiebren ni revienten. También le enseñaron a levantar los jarrones y ollas con la técnica de rollitos, dejando que las piezas se sequen por intervalos de dos horas entre rollo y rollo y, por último, a bruñir con todo una piedra y quemar ella misma sus creaciones.
Cuando Luz Mary se inició en la cerámica en el 2003 junto a un grupo de aprendices, usaban el barro gris que encontraban en caños a una hora de su comunidad. A medida que se familiarizaron con el material y aprendieron a encontrarlo, se dieron cuenta de que podían recoger barro rojo a media hora de su comunidad. Después, encontraron el barro blanco, a tan solo diez minutos de distancia. Desde entonces, más personas en su grupo se han animado a aprender de cerámica y ahora hasta los niños y jóvenes saben trabajar con la arcilla, incluidos los cinco hijos de la propia Luz Mary. Juntos, hacen piezas decorativas y utilitarias, cuya diferencia radica en el ahumado que se les da untándolas del jugo de una hoja del monte y quemándolas por segunda vez, para que queden selladas y sean aptas para cocinar o conservar alimentos. Hacen ollas con y sin orejas, platos y jarrones con o sin tapa, en los que guardan el agua y la chicha. La arcilla preferida por Luz Mary es la blanca, por su color después de la quema y los visos que refleja cuando se usa como engobe para pintar sobre piezas de otros colores. Da la casualidad de que el barro blanco suele llamarle la atención a quienes visitan Puerto Golondrina, donde Luz Mary y sus colegas artesanos y artesanas reciben a quienquiera que esté interesado en conocer su trabajo y, de paso, aprender a manipular la arcilla de su tierra. Además de sumergirse en el universo del barro, los visitantes pueden deleitarse con preparaciones tradicionales como la quiñapira, una sopa de pescado con ají, y nuevos sabores como el del casabe, el mojojoy, y las hormigas manibara. Si visitas el Vaupés entre marzo y abril, te aconsejamos preguntar por un chibé, bebida fermentada a base de feria y agua, preparada con mirití, patabá o acai, los frutos de temporada.
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