Taller: Corporación Tejido Social de mi País
Oficio: Marroquinería y trabajo en papel
Ruta: Ruta Meta
Ubicación: Lejanías, Meta
Calle 7 # 15 - 26 centro, Lejanías, Meta
3053531059
miryamherediamia@gmail.com
Miryam es pura elocuencia. Carga su cultura en la piel y la cuenta orgullosa. Respira aire llanero y nada la puede hacer más feliz que montar a caballo coronada por uno de los sombreros topocheros que hace. Es tremenda embajadora de su municipio, Lejanías, y sabe que Dios le dio la energía para hablar sin freno sobre este lugar que, para quien quiera enamorarse del paisaje, le basta googlear “cascadas del Río Güejar” para saber que el paraíso existe. Es la cabeza de la Corporación Tejido Social de Mi País, y, a través de este emprendimiento, trabaja con 40 mujeres y hombres en la elaboración de artesanías en cuero y papel maché, principalmente, aunque también trabajan el totumo y hacen muñecas en trapo. Es una lideresa nata que sabe que vino a la tierra para servir.
Lo del trabajo en cuero, sin embargo, es tradición de familia y es algo que en la cultura llanera viene desde la cuna. Está acostumbrada a lidiar con las pieles de las reses y sabe que para quitarle el olor a muerte éstas deben lavarse con sal y piedra lumbre. Su secreto está, también, en sumergirlas en plantas usadas por los indígenas de su región, para que queden, además, suavecitas. Habla de esta materia prima con devoción, intentando devolverle la dignidad, belleza e inmortalidad que el animal no alcanzó a conservar en vida. Sabe que quien porte un topochero estará llevando a los Llanos en las alturas y enaltece la cultura wayúu de la elaboración de las mochilas, haciéndolas en una piel peluda de cuero.
Al plátano llanero se le conoce como topocho -es más redondito que el conocido en el interior-, de ahí que se le haya llamado así al sombrero de ala ancha que le sirvió por años a los baquianos, o guías expertos en trochas, en sus correrías arriando ganado en las extensiones infinitas del oriente colombiano. Hoy, aunque se sigue usando en el campo, también ha adquirido un sentido más sofisticado al que Miryam le ha añadido cintas de crin de caballo que sobresalen. También le piden ponerle plumas o algún hueso de algún animal, de esos que, ella dice, pululan en la sabana. Cómo no si estamos hablando de un departamento ganadero.
Otro de sus orgullos está en la elaboración de animales de la región, a escala real. Como si fuera un arca de Noé llanera, de su taller salen cachirrias o caimanes, morrocoyes, garzas corocoras, pájaro insignia de Los Llanos, tucanes, cachicamos o armadillos, dantas, osos palmeros y el inconfundible chigüiro. Hacen, además, las vacas del tradicional coleo, para incentivar que esta tradición se conozca así y se juegue, mejor, con estos animales de mentiras que con los de carne y hueso que sufren tanto. Los hacen en enormes estructuras de metal que se recubren con papel maché y en Lejanías ya saben que todo el papel cemento que sale de las obras va para la Corporación, pues allí será transformado en algún animalón que será exhibido en las ferias y festivales de las colonias del país. También reciclan el papel de los cuadernos escolares a final del año para seguir con la tarea.
Como si fuera poco, estos animalitos también son vitrinas de turismo, pues sobre sus cuerpos están pintadas las bellezas de los Llanos: la producción de café y de aguacate y de cítricos y de cachamas, la admiración de sus cordilleras, su pájaro arrendajo y sus piedras plagadas de arte rupestre; del oficio de los turberos, esos hombres que sacan la fruta de las fincas y las llevan a abastos, así como de los apicultores. A Miryam no lo faltan palabras para hablar de su tierra, la ama y no parece haber nada que la haga más feliz que contarla.
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