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Nelly Flechas Sandoval

Taller: Nelly Flechas Macramé
Oficio: Tejeduría
Ruta: Ruta Paipa - Iza
Ubicación: Duitama, Boyacá


Quizá uno de los momentos más emocionantes de su vida ocurrió en Córdoba, Argentina, en una de sus primeras salidas del país y en donde obtuvo el segundo puesto en un concurso artesanal que reunía productos de 18 países. Con una elocuencia y gracia que nunca disminuyen, Nelly relata cómo persiguió a una mujer grandotota por toda la feria hasta que la convenció de que se pusiera un vestido de macramé que parecía haber sido ideado precisamente para ella. Cuál no sería la sorpresa de todos por lo bien que le quedaba y que, luego de fotos y alegrías, hizo que la artesanía de Duitama brillara en ese país. Ese es uno de los mil cuentos que tiene esta mujer que ha hecho del “arte de hacer nudos” un oficio consagrado desde hace más de 40 años y que tiene garantizada su continuidad por toda la escuela que ha hecho. Está orgullosa de saber que las prendas de gamuza e hilos de seda en macramé que elaboran en su taller la han hecho famosa en el país y fuera de él.

Pero recuerda que no la tuvo fácil cuando niña. De adolescente perdió a su papá, y allí, la burbuja estalló. Su mamá, viuda a los 36 y con cinco hijos, le contó la verdad de la casa. “¿Mami, nosotros somos pobres?”, recuerda que le preguntó. Saber que lo eran la contrarió, pero, rápidamente, la hizo hacerse cargo de las cosas y actuar como la hermana mayor que era. Desde ese momento no ha parado de ser la energía que todo lo mueve a su alrededor, como abuela, madre, hermana, empresaria y lideresa de su comunidad. Y lo tuvo claro desde muy joven: si bien el pañolón es la tradición de su pueblo al ser con el que todas las mujeres se visten para asistir a la iglesia o a un evento especial, ella a sus 15 no quería vestirse con uno, así que se dio a la tarea de innovar en diseños y buscar la elegancia también con otro tipo de piezas.

Supo que lo que hacía era especial cuando se robó el show en España. Cuenta que una vendedora de esmeraldas necesitaba algo llamativo para decorar un pequeño stand en ese país y le pidió que si podía colgar un par de chales en macramé, sin imaginarse que lo que se empezó a vender fueron las prendas y no las piedras. Y pasó que ese interés por su trabajo hecho a mano en Boyacá se extendería luego a un pedido de 1.500 chales para la reputada tienda El Corte Inglés. Las historias se van sumando en esta mujer alegre y generosa, buena escucha de sus clientes y capaz de reconocer y reconocerse en todas esas mujeres que la han acompañado a lo largo de la vida. Con una manera de trabajar colaborativamente, ha logrado que el pueblo se una en el propósito común de no dejar morir ningún oficio y, para ello, busca mercados, en cielo y tierra, para los productos de sus tejedoras. Hoy resiente la reducción de la materia prima de la seda por cuenta de su circulación internacional, sin embargo, no se frena y explora nuevos horizontes con el tejido en algodón.

Celebra el trabajo artesanal de su departamento y se ha convertido en embajadora de la técnica del macramé y una vocera excepcional de su riqueza, al haberse embarcado, desde hace más de dos décadas, en el sueño de hacer en Duitama un Pueblito Boyacense y vivir allí con su familia, junto con las otras 120 familias de artesanos distribuidas en sus siete manzanas. Está convencida de que en cada municipio de este departamento se cultivan los oficios artesanales y esa entrega y tradición familiar es la que se siente al pisar este lugar al que visitan casi 150.000 personas al mes. Toda la labor que ha emprendido, no solo haciendo un producto de alta calidad, sino divulgando con jovialidad el paisaje y la honra de ser artesano ha tenido como objetivo dignificar y valorar a quienes están detrás de estas artes.

Es un ejemplo de consagración y así espera que lo sea siempre: “Tejer es mi vida y lo que nadie me va a robar es el tiempo que le dedico a hacerlo, a los hilos, las sedas y las telas que empiezo a enredar; allí empieza mi imaginación a volar”.

Artesanos de la ruta

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