Taller: Artesanías Djorland
Oficio: Marroquinería
Ruta: Ruta Arauca
Ubicación: Arauca, Arauca
A pesar de haber nacido en Santa Marta, muy lejos de Arauca, Orlando Osorio es hoy en día un conocedor experimentado del oficio de las cotizas. Estas prendas de calzado, muy populares en los llanos y usadas para bailar el tradicional Joropo, se parecen mucho a las alpargatas, con la diferencia de que están hechas en cuero, otro material ampliamente usado y explorado en la región. Orlando las vino a conocer ya de grande cuando, tras mucho andar, llegó a Yopal.
Cuando tenía ocho años, su familia salió de Santa Marta hacía Villavicencio, Meta, obligados por el conflicto. Allí, Orlando creció, estudió primaria y bachillerato, y empezó a trabajar en veterinaria junto a su tío. Después decidió estudiar Mercadeo Agropecuario. Pero los tiempos y el gobierno cambiaron, y a comienzos del 2000 llegó la política de las zonas de despeje y muchos decidieron moverse, incluyendo al tío de Orlando, quien cayó en la quiebra. Entonces Orlando volvió a coger hacia el norte, esta vez para Bucaramanga, Santander, en donde se topó por primera vez con el oficio del calzado, alentado por un hermano que lo instó a estudiar zapatería. Aunque en su familia no había zapateros, Orlando se animó.
Para cuando volvió al llano, en 2010, ya conocía la técnica y había decidido dedicarse a ello. Empezó arreglando calzado en Yopal y su destino lo encontró el día en que una señora le pidió que reparara un par de cotizas. Entonces cayó en la cuenta: vio en las cotizas, un calzado muy usado en el llano colombiano y venezolano, una posibilidad de trabajo. Se dedicó a estudiarlas y sacar sus primeros moldes y hormas. El primer par se lo hizo a su sobrino Andrés Camilo, que tenía apenas cuatro meses. Para la horma usó su piecito, y las armó a puro pulso con cuero café. Después le haría un par de sandalias en cuero con pelo, con la misma técnica de sus primeras cotizas, hechas literalmente a la medida.
De ahí en adelante, usando las hormas que tenía desde que aprendió zapatería, se dedicó a perfeccionar la técnica. Ahora, veinte años después, su taller y almacén rebozan de cotizas. Las hace en cueros lisos, con pelo o sintéticos y, a pesar de ser una pieza de calzado sencilla, Orlando ha encontrado la manera de diversificar sus estilos, combinando cueros y haciéndoles bordados. Les borda diseños relacionados con la región, de chiguiros, caballos y hasta frases de las canciones del Cholo Valderrama. Hoy en día cuenta con sus propios troqueles para cortar los cueros y hasta ofrece cotizas especiales para los festivales o con diseños bordados especializados. Trabaja junto a dos sobrinos, que hace tres años se iniciaron en el oficio y ya hacen parte del equipo del taller. El mismo los invitó a vincularse pues vio una oportunidad para darles empleo y ofrecerles estabilidad. El tiempo dirá si la labor de Orlando, el primer zapatero de la familia, se convierte en herencia familiar.
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