Hugo habla con amor y reverencia de su mamá, de lo que le ha enseñado, no solo a él en su larga vida sino a una comunidad entera que la considera como su maestra. Mamá Pastora, como se le conoce en el Valle de Sibundoy, es un referente de vida y de conservación del pensamiento Kamentsa, uno que se define desde un territorio y una lengua, columna vertebral de esta cultura ancestral del Putumayo.
Cuenta que el tejido es, dentro de ese universo, también algo esencial para ellos. Los Kamentsa se consideran tejido, siendo el cuerpo y el universo tejido también, y cada uno de sus componentes, es decir cada uno de nosotros, un hilo que sostiene la vida. “Si se llegase a romper un hilo, ahí empezaría el deterioro de ese universo”, explica Hugo, tan buen artesano como poeta. Le aprendió todo lo que sabe a Mamá Pastora, tejiendo a su lado con sus hermanos desde los 8 años, oyéndola contar las historias del origen del mundo. Pese a tanta sabiduría llena de belleza sabe que nunca dejará de aprender, tal como se lo dijo alguna vez su papá: “hasta el último día de mi existencia lograré entender y saber lo que soy como Kamentsa”.
Ella lleva más de siete décadas tejiendo y enseñándole a hacerlo a esa gran familia, haciendo con sus puntadas el ejercicio consciente de consignar en cada uno de los símbolos que vemos la historia de su pueblo. Allí está el gran libro de su comunidad, esa escritura extendida de lo que son y en lo que creen. Un diálogo que hizo de la naturaleza un lenguaje simbólico, que les permite releerse a través de los años, o como Hugo mismo lo expresa “cuando estamos frente a un tejido es como un espejo, un manantial donde vemos nuestro rostro y de esa manera valoramos y rememoramos las imágenes de nuestras abuelitas, los símbolos y sus colores”.
Y como todo tiene un sentido y un porqué, los Kamentsa tienen una manera de tejer en la cual cuelgan largas hileras de hilos en las ramas de los árboles y se los amarran a la cintura, muy cerca del ombligo, para nunca olvidar esa conexión que tienen con la madre, y con su tierra.
Este es el legado de Mamá Pastora, hacer que se hable del arte en su dimensión más profunda, una en donde el tejido es el pretexto para que espiritualmente se puedan compartir las sanaciones. Es, además, una manera de preservar esa lengua suya que encierra un mundo y todo un sistema productivo, así como un mar de conocimientos espirituales y naturales. Todo en ellos es resistencia frente al olvido.
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