Taller: Taller Asociación Pakari
Oficio: Tejeduría
Ruta: Ruta Putumayo
Ubicación: Colón, Putumayo
Sandra vive en el municipio de Colón, en el Alto Putumayo. Pertenece a la comunidad Inga, de la cual hacen parte 450 familias, unas 1.500 personas, y se considera orgullosa portadora de la tradición del telar, que le enseñó su mamá, María Laura Chasoy, cuando apenas tenía 6 años. Recuerda esos tiempos duros de la infancia, cuando a los 9 años perdió a su papá de forma violenta y, así, esa madre fuerte tuvo que hacerse cargo de las seis crías.
La vida empezaba temprano en esa casa, ella dándoles clases de tejido a sus hijos para luego compartir el agua de panela o las aromáticas y tejiendo mochilas que cambiaban por alimentos. Para Sandra, a pesar de la exigencia, nada de lo vivido fue un sacrificio, y siempre se sintió honrada de acompañar a esa madre en la tarea del aprender a pensar tejiendo; se sentaba a su lado y junto a las otras mamitas tomaba apuntes e iba consignando los dibujos y su simbología. Vivía el aprendizaje de cada puntada rodeada del calor de la tulpa o del fogón en piedra, la vida de la cocina y la chagra y la toma del remedio, como le llaman al yagé, y con el cual los colores de la naturaleza se exaltan.
Hoy, al contar ese pasado tan remoto para ella, se llena de emoción al saber que nada de lo que sus manos hacen es insignificante, y todo está cargado de un profundo sentido. Por eso, cuando alguien habla de la artesanía con un dejo de desprecio, como algo que es apenas decorativo o superfluo, cuenta las historias que la rodean o que le dieron origen y las llena, así, de vida, valor y pasado. Le gusta recordar cómo las mamás y las abuelas les contaban a los niños que el arcoíris o Kuichi, dependiendo de su forma, les avisaba de los tiempos que se vendrían, y el anuncio de una inundación, o la cercanía del verano o del invierno. También, explica que el centro de la mujer, su vientre, es tan potente que para protegerlo y celebrarlo se le tejen casi 50 símbolos distintos sobre las fajas que lo rodean.
Además, nos secretea que si le queremos demostrar nuestra amistad a alguien querido, le regalemos un colibrí tejido, y que las ruanas o sayos, según su color, reflejan una mayor autoridad en quien las porta. Por si nos queda alguna duda, cuenta que para la tradicional fiesta del Atun Puncha, que celebra el nuevo año Inga un día antes del miércoles de cenizas, son las artesanas de la comunidad las encargadas de hacer las prendas coloridas que se lucirán en el carnaval de ese día, el ceñidor, el chumbe, el capisayo o la corona, la pacha, entre otros.
Cuatro de las hermanas Chasoy hoy siguen tejiendo, Myriam, Madgalena, Claudia América y ella, perpetúan el legado. Fundadora de la Asociación Pacarí, 10 familias preservan la tejeduría y la enaltecen, coreando el significado de esta palabra bonita: amanecer.
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