Llegar al Alto Putumayo, ese lugar que se conoce como el Valle de Sibundoy, significa entrar en otra dimensión, en un paisaje andino amazónico que nos permite descubrir lo que significa un corredor biológico, de fauna y flora, así como el refugio de nuestras comunidades indígenas, Kamentsa e Inga principalmente, que honran el centro de su tierra, sembrándolo, cantándole y cuidándolo. El poder de su sincretismo religioso y la fuerza de su espiritualidad, que se siente en cada artesano que utiliza el “remedio” o la toma de yagé como su medio para entenderlo todo, es parte esencial de la creación y la curación. Recorre los talleres de los maestros en los distintos municipios del Valle de Sibundoy, a minutos el uno del otro. Será la oportunidad para sumergirte en otras formas de concebir el mundo, hondas y sanadoras, y la celebración permanente de la chagra de cada hogar, esa huerta que está sembrada de plantas medicinales con las que se prepararán los viajes al interior de cada uno de nosotros. Los artesanos de esta ruta ancestral son diestros en su oficio y autoridades dentro de sus propias comunidades. Muchos de ellos son mayores con la experiencia de la vida y la sabiduría de la palabra, así como también están sus herederos, orgullosos portadores de un saber único. Ellos contarán con generosidad lo que son las artesanías, ese canal para alcanzar la elevación del alma, para cuidar el cuerpo de la mujer que dará vida y un libro escrito en símbolos de sus propios pueblos. Una maravillosa fecha para que programes tu viaje es ir justo antes del Miércoles de Ceniza, es decir hacia finales de febrero, para celebrar con la comunidad la fiesta de El Día Grande o el Carnaval del Perdón, el momento en que inicia un nuevo año indígena.
Agendar anticipadamente la visita con los artesanos.
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3.5 días
Carro o bus
A Sibundoy puedes llegar por Pasto (64,6 kilómetros) y por Mocoa (82 kilómetros), por la primera te tomará dos horas y por la segunda, tres y media. Este es el centro del mundo Kamentsa y donde se celebra El Día Grande o Carnaval del Perdón. Allí están las abuelas sabedoras de los oficios artesanales, las cargadoras de la historia de su pueblo, las que tienen el poder para tejer y curar con sus manos. Es un lugar excepcional para ver cómo el catolicismo y las creencias indígenas conviven armónicamente. Eso se puede ver, no solo en la enorme fe de sus artesanas, sino también en el Parque de la Interculturalidad, un lugar con una enorme cruz en piedra y ocho esculturas de madera que simbolizan las creencias indígenas, su talla en madera o la toma del yagé, entre otras particularidades. No dejes de ir al mercado indígena de comidas tradicionales. Aunque nada de todo esto se equipara con lo que vivirás con sus habitantes, de primera mano y de su mano. Cada maestra artesana te brindará una hospitalidad infinita que, en medio de su austeridad, se verá compensada por la increíble conexión que puedes alcanzar si te decides a hacer una toma del “remedio” acompañada y cuidada por ellas. En esta ruta, todo es muy cerca, por lo cual moverte no será nada difícil, no obstante, te recomendamos bajarle el ritmo y darte tres días para vivir la experiencia junto a estos sabedores, sin prisas, verlos tejer y tallar y oír su sabiduría, así como entender del yagé, imbuidos en su contexto, preparación, ceremonia y recuperación.
Para llegar a Colón pasarás por San Francisco, a 6 kilómetros de Sibundoy. Este municipio es la capital hídrica del departamento, con 85 fuentes de agua y de donde nacen seis ríos, como el Mocoa y el Putumayo. Está plagado de reservas naturales que no te puedes perder, como el Palmar, El Diamante o el Refugio del Carpintero en donde puedes avistar los más bellos pájaros. También hay planes de senderismo muy agradables en la finca El Placer. A unos cuántos minutos más llegarás a las afueras del casco urbano de Colón y allí podrás ir a visitar a Sandra Isabel Chasoy y conocer de primera mano lo que significa ser Inga. Con paciencia y calidez explicará en qué consisten cada uno de los símbolos de esta rica cultura. Colón está en medio de una naturaleza abundante en donde vale la pena detenerse, empezando por la Reserva de la Rejoya. Luego, si quieres vivir una experiencia transformadora, ve a conocer las termales de Ambiaku, que quiere decir agua medicinal en lengua inga. Si tienes el tiempo, date un día para ir a El Salado, un riachuelo que combina aguas caliente y fría al cual hay que llegar haciendo un buen trecho de senderismo agreste. Te aseguramos que quedarás feliz. También está Sumayaco o Río Bonito, el lugar ideal para hacer un paseo en canoa o recorrer por el agua el Valle visitando sus humedales y reservas. ¡Ah! Y no dejes de visitar las fincas agroturísticas, así como probar los deliciosos productos derivados del cacao, entre los cuales los deliciosos Aywiña. Y para terminar, esencial parar un instante en el Mirador San Sebastián para ver desde lo alto la imponencia de lo que visitaremos a continuación, el Valle de Sibundoy.
Santiago también está pegado de Colón, a 6,6 kilómetros. Allí descubrirás la imponente casa de los Jacanamijoy, familia de artistas y artesanos que lleva años deslumbrando al país. Allí verás cómo se teje y siembra, siempre acompañado de la calidez de sus anfitriones. En este municipio no puedes pasar de largo por la Laguna verde o por las rutas de senderismo de Santa Clara. Para cerrar tu viaje, pero hacerlo con toda la naturaleza del caso, cuando emprendas tu regreso a Pasto te invitamos a que vayas a conocer el Páramo de Bordoncillo o Quilinsayaco, más o menos a 20 minutos de Sibundoy. Se trata de una reserva de fauna y flora silvestre que es ideal para el avistamiento de aves y que cuenta con fuentes de agua generosas, con algo así como 26 microcuencas que desembocan en el Río Quinchoa. También es recomendable pasear por la Laguna Indipayaco o del Sol, sitio ideal para tratamientos de relajación y conexión con la naturaleza, pero ¡ojo!, no preguntes por ese paseo de noviembre a febrero porque, al ser verano, es posible que la encuentres seca.
Cuy asado: el cuy es un pequeño roedor a los que los españoles le llamaron conejillo de indias. Su carne es muy apreciada. En Sibundoy lo encuentra en Singa Cuy donde lo preparan asado a la brasa por cerca de dos horas y queda con una corteza crocante como la de una galleta. Lo sirven con papa cocida, maíz pira, semillas de calabaza, yotas (cidra, papa pobre, o guatila) y ajíes. Allí podrá disfrutar de un paisaje lleno de una exuberante vegetación además de una carta muy variada con productos de la huerta, así como también el delicioso pescado pirarucú propio de la Amazonía.
Bishana: es una sopa picante preparada principalmente con coles (bisha) y otros frutos de la tierra como son el maíz, el choclo (maíz tierno), la calabaza, el frijol tranca, caldo de res, palmito, ajíes. Es el alimento diario de la comunidad Kamentsá y muy energético. Hay cuatro variedades de Bishana y varía con el tipo de maíz que se utilice: tierno o choclo, molido y tostado, molido sin tostar. Artesanas como Carmela Agreda puede prepararlo para los visitantes. Es necesario reservar con unos días de anticipación. Con esta artesana también pude encargar, mote con gallina de campo. Envueltos de choclo rellenos de guiso de fríjol tranca y los envueltos de mote.
Descubrir la variedad de frutas propias de la zona, que hace parte del paisaje y que se han venido dando a conocer recientemente tales como el lulo, la granadilla, el arazá, la cocona, el guayabo amazónico, el chimbalo, el chilacuan (su sabor es similar al de la papayuela), el chontaduro, el tomate de árbol con las que hacen deliciosos refrescos, mermeladas y conservas que tienen sabores muy exóticos. Puede deleitarse con estos sabores en las plazas de mercado de los municipios que proponemos en esta ruta.
Envueltos de choclo: El maíz se muele fino y se le agrega sal y azúcar y se envuelve en hoja de achira. Es común que estás hojas se utilicen para envolver alimentos aportándole un sabor particular y se consume también en ensaladas. Se cocinan al vapor y se puede acompañar con queso fresco.
Envueltos de maíz pelado o mote. El maíz se muele fino y lleva relleno de frijol tranca molido, carne molida, ajo, ají. Se cocinan al vapor.
Dulce de chilacuan: variedad de papayuela. Se cocina con canela, clavos de olor, panela, con uvillas y mora. Se sirve con cuajada o queso o pan o aco; maíz molido fino y tostado.
Dulce de calabaza: con panela y canela. Algunas veces se puede hacer con semillas, tienen sabor a coco.
Chicha de maíz: bebida tradicional fermentada hecha con maíz. En el Alto Putumayo también suelen preparar chicha con futas como la piña, el poleo y tubérculos como la arracacha, el ñame, la yota, el tumaqueño y la achira entre otros. La artesana Doris Jajoy ofrece esta bebida al igual que la colada de maíz con naranjilla. Esta es una bebida preparada con maíz molido, naranjilla y panela ideal a la hora del desayuno.
Chucula: bebida que se puede tomar fría y se prepara con plátano verde o amarillo cocido, miel y fermento de chicha.
Refresco de cocona: fruto nativo de la región amazónica de sabor agridulce. Se come fresca o en refresco.
Motilón: sugerimos el vino artesanal de TAMNY que se elabora con el fruto del árbol del mismo nombre que suelta una tinta de color morado. Alcanza 7 grados de alcohol y es de sabor dulce-ácido. Con Milena Aguillón, de la Fundación Iraca, puede adquirir esta bebida.
Mote de Gallina: exquisita sopa de maíz tratados con lejía para pelarlos y luego cocidos con caldo de gallina, carne de cerdo y cuy y frijol tranca.
Sopa de maíz tierno: frijol tranca, arracacha, hueso carnudo, huevo y ají. Especial para celebraciones.
Locro: plato vegetariano y se prepara con coles, cuna, calabaza, frijol tranca, habas.
La Red Turística de Pueblos Patrimonio de Colombia es un programa especial del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, ejecutado por FONTUR, que trabaja con 17 municipios de Colombia que poseen declaratoria de Bien de Interés Cultural (BIC) a nivel nacional para su valoración y proyección mediante el turismo, generando así más oportunidades de desarrollo y sostenibilidad en las comunidades.
La Medalla a la Maestría Artesanal es un galardón que Artesanías de Colombia entrega anualmente, con el cual se hace un reconocimiento a aquellos artesanos, empresas y comunidades artesanales que, contando con una trayectoria destacada, sobresalen a nivel nacional por su excelencia en el oficio así como por preservar el quehacer artesanal.
Es un signo distintivo que identifica productos reconocidos o famosos por tener una calidad o características específicas derivadas esencialmente del lugar de origen y la forma tradicional de extracción, elaboración y producción por parte de sus habitantes. La protección conferida sobre una Denominación de Origen implica que ninguna persona puede identificar con la denominación protegida productos iguales o similares a los amparados, cuando no provengan del verdadero lugar y no cumplan con las características o calidades que le han dado la reputación al producto reconocido. Las Denominaciones de Origen para productos artesanales colombianos que han sido protegidas por la Superintendencia de Industria y Comercio en nuestro país son actualmente 12.
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