Taller: Cuatros Landines
Oficio: Luthería
Ruta: Ruta Casanare
Ubicación: Aguazul, Casanare
Para Fredy fue toda una afrenta dedicarse a la música. Con ni más ni menos que su padre, un pastor cristiano que decía que eso de ser músico era para divertir borrachos. Así que se volaba de la casa, decía que iba a hacer tareas al pueblo y, aunque las hacía, salía de ellas rapidito para poderse ir a la Casa de la Cultura de Maní y, allí, estudiar hora y media diaria de educación musical. Luego, pudo poner en práctica lo aprendido en el Ejército, en donde ser músico daba privilegios, pues además de entrenarse en lo militar, los instrumentistas amenizaban las veladas y las reuniones de los oficiales. Allí pasó un tiempo de lo mejor hasta que llegó un superior al que lo de la música lo tenía sin cuidado y hasta ahí le duró la felicidad. Fue tan desastroso que esto hubiera pasado que se volvió a volar.
Hoy se ríe al contar estas anécdotas, pero le sirven para ver lo mucho que ha cambiado su vida, hoy ya con más de 18 años dedicados a la elaboración de instrumentos musicales, con un énfasis muy especial: el cuatro llanero. Se dice que el este instrumento de cuerdas arribó a Venezuela durante la conquista y que de España llegó con cinco cuerdas que se redujeron finalmente a cuatro, de ahí su nombre. Se trata de un instrumento armónico, que acompaña a los melódicos que son la arpa y la bandola, bases del conjunto llanero tradicional. Con el talento que ha logrado cultivar con tanta pasión fue uno de los músicos que estuvo en Washington representando los saberes nacionales, en el encuentro que se llevó a cabo en 2011 en el Instituto Smithsonian.
Luthier y músico, hoy certificado por el Sena como Técnico Laboral en Música, es una insignia de Aguazul, la tierra que lo acogió desde hace más de dos décadas. Aprendió el oficio en Tauramena y se enamoró del sonido de este instrumento del que hoy tiene su marca como le dijeron que hacían los grandes, con el apellido, así que los llamó Cuatros Landines, un emprendimiento al promociona en Facebook y las redes sociales y que, para su fortuna, se fortaleció durante la pandemia. Tiene la ambición de ser la mejor marca de cuatros de la Orinoquía, y va por buen camino.
Cuenta con orgullo que sus inicios fueron reparando cuatros, guitarras, bandolas, violines y hasta ukeleles en La Clínica del Instrumento, en donde diagnosticaba qué le sucedía al aparato y procedía a curarlo. Allí aprendió infinidades de cada uno de los instrumentos y las particularidades del sonido de las que todavía se acuerda con gratitud. Se conoce cada una de las piezas de su preferido, el cuatro, y sabe lo que le da la textura del cedro espino, el amargo y el carmín, así como del pino aveto, el pardillo y la teca, todas maderas que le permiten hacer un cuatro no solo de gran calidad sonora, sino con una mezcla de colores y diseños únicos de las que se regodea haciendo series limitadas. Se hincha al decir que cuatristas tan reconocidos como César Barragán y Libardo Rey, de la agrupación Palo Cruzado, ganadora del Grammy, usan sus cuatros.
Así que, si pasas por Aguazul, no dejes de visitar a Fredy, será una inmersión feliz en el sonido y la tradición de un instrumento que es insignia de esta parte del país.
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