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Jesús Rincón

Taller: Jemar Decoraciones
Oficio: Trabajo en cobre, hierro, bronce, estaño, aluminio, cold roller y latón
Ruta: Ruta Caldas
Ubicación: Manizales, Eje Cafetero


Con Jesús Rincón se descubre un oficio: el de la metalistería. Es normal pensar que el oficio de moldear metales se hace con el fuego, en lo que conocemos como forja, pero resulta que hay un tipo de trabajo de esta naturaleza que se hace en frío, y es lo que se conoce como metalistería. Hoy, en sus sesentas, Jesús es reconocido en su Manizales natal por hacer arte religioso, candelabros, portamateras y toda suerte de objetos decorativos en metal siguiendo esta técnica. Un feliz azar, pues en su familia no existía una tradición en esta materia.

Su vida como artesano, como la de tantos en Colombia, empezó nacida por la necesidad. Huérfano a los siete, y parte de una familia enorme de 13 hermanos, la lucha por el pan diario empezó temprano. Reconoce que no fue fácil, por supuesto, pero no tiene ningún reparo en decir que su infancia fue feliz. Y esa dicha la carga consigo pues habla de su trabajo con alegría y de su esposa y de sus tres hijas como una bendición. Es profundamente creyente y estos últimos años de su vida se ha dedicado a cultivar su espiritualidad como una forma del agradecimiento.

Aprendió de soldadura en el Sena, y allí arrancó su pasión y vocación por este arte. Empezó haciendo ornamentación, ventanas, rejas, pasamanos y puertas. Aprendió a dominar el cobre y el hierro. Fueron años en ello, entrenando la mano, y fue allí en ese aprendizaje y su aplicación en distintas empresas, donde conoció a los grandes amigos con los que luego soñaron con la independencia. En ese punto inicia su universo de los metales en frío, pues tuvo la oportunidad de medírsele a trabajar con elementos desechables, lo que él llama “jugar con hierro y metal, haciendo figuras”, algo que combinó con su decisión de estudiar Economía en la Universidad de Manizales, en donde conoció a su esposa, Luz Mila Gutiérrez, su cómplice y compañera en todo. Cuenta y se sorprende de que ya casi cumple 40 años dedicado al oficio.

Cuando se pone a rastrear el origen de su espíritu creador, recuerda que cuando joven adoraba el arte circense, la magia en particular, y confiesa, muerto de la risa, que era bien hippie, y que tejía manillitas, hacía macramé y que, con el cobre, hacía pulseras, carritos, muñecos del Quijote y Sancho, así como alacranes y escorpiones. Luego, muchos años después y establecido como empresa familiar, elaboraron muebles tubulares, una moda que se impuso a comienzos de los noventa y con la cual vivió de hacer camas, sofás, estanterías y buffets. Y también aprovechó el apagón de 1991 para hacer candelabros que se vendían “como arroz con leche”. Una hermana montó el negocio de hacer velas y así, ambos, le dieron luz a Manizales. Sabe que cuando cuenta esta historia debe hacer énfasis, sin embargo, en aspectos del país, por eso recuerda la locura del mercado de esos años, en donde la economía del narcotráfico permeó toda la cultura y el consumo de todo se disparó, “nosotros alcanzamos a participar en tres ferias al mismo tiempo y tuvimos que dividirnos para vender”. Pero eso fue hace mucho.

Le encanta trabajar con la chatarra de otros y hace mucho tiene proveedores que le ofrecen su material de sobra para que él experimente y cree. Ha hecho, incluso, instrumentos musicales para tocar en las novenas de las casas, con esos residuos del metal. También hace lampararios para las iglesias, las bases para los cirios, las vírgenes y los cristos y todo lo que se requiera de estructuras metálicas dentro de los lugares de culto. Esas piezas las combina con las miniaturas que adora hacer. E incluso ha participado en restauraciones arquitectónicas que requieren de trabajos en metal. Ha logrado transmitirle su saber a los muchachos que lo ayudan en el taller y espera que sean ellos quienes sigan con el legado de este oficio. Con el fuego y con el frío se siente satisfecho y feliz por lo que ha logrado en la vida. Sobre todo, siente que todo ha tenido sentido y lo dice, sin dudarlo, “mientras tenga ánimo yo quiero estar aquí todavía y bregar para que terminemos de la mejor forma”. Que así sea.

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