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Lorena Vanegas

Taller: Artesanías Lorena
Oficio: Trabajo en no maderables
Ruta: Ruta Casanare
Ubicación: Paz de Ariporo, Casanare


Hija de don Eduardo y doña Cecilia, como presenta a sus padres, se siente orgullosa de su origen de artesanos rebuscadores, y de cómo dominar las manos le ha permitido medírsele a todo en la vida, no dejándose varar por nada del mundo. Recuerda una infancia ajetreada, yendo con sus papás de pueblo en pueblo, estirando el mantel sobre el cual ponían los collares, maraquitas y cuanta cosa cargaran para ofrecerles a los curiosos. Los policías les decían que recogieran esas cuatro puntas y corrieran. Y así hacían. Aprendió a dormir debajo de las mesas con la mercancía y a no reconocer cada nuevo lugar en dónde amanecía. Vio a esos padres vender artesanías, así como también comida. Los recuerda como unos trabajadores natos. Como ella misma lo es.

Nació en Honda, Tolima, fue bautizada en Tuluá, Valle, y criada en el Huila. Luego, con su esposo, Adolfo Perdomo, vivió en Tunja. Ciudadana del país entero, se siente, sin embargo, casanarense de corazón. A Yopal fue a parar luego de que su marido se quedó sin trabajo y ella, ni corta ni perezosa, colgó en una feria artesanal balacas tejidas con nudo, unos abanicos y llenó de trenzas una malla, también, como tantas veces, extendió su mantel con los muñecos de navidad que cosía con la máquina que se compró, con tan mala suerte de que una niña que pasaba, cogida de la mano de su mamá, dijo que parecían de brujería. Lo que no sabía es que el calor le iba a dar durísimo, al punto de hacerla tambalear, así que, achantada como estaba, se echó a dormir un rato, para ver si mejoraba el día. Cuál no sería su sorpresa al ver que cuando se despertó por el murmullo de la gente, tenía fila para que le hiciera trenzas de rasta a una decena de niñitas. Las que había colgado despertaron todo este entusiasmo.

Pasaría un tiempo de más viajes por el país, por Valledupar, Montería y Zipaquirá, así como un conato de divorcio con su esposo, para terminar en Paz de Ariporo, Casanare; allá le rezó a la Virgen de Manare, patrona local, y le pidió que si le encontraba un local se asentaría. Y le cumplieron el milagrito. Lo encontró y, con ello, también logró convencer a Adolfo que se dieran una segunda oportunidad.

A partir de allí, empezó todo un trabajo de reconocimiento del territorio para darse cuenta de las bellezas que podían hacerse con totumo, una materia prima muy empleada en la región. Inició con la intuición de sus manos haciendo muñequitos. Hoy sabe que lo que hacía en ese entonces era una manualidad, y que le faltaba un mundo de oficio para volverse artesana. Lo vino a saber cuando, respondiendo a una convocatoria de Artesanías de Colombia, logró llamar la atención de la diseñadora instructora quien le vio madera para el trabajo, vio que tenía a mano educada y virtuosa, además de una increíble vocación. Fueron muchas horas de perfeccionamiento de la técnica para emprender su siguiente etapa, en donde entendió que el totumo pirograbado con la virgen no era lo que la iba a hacer sobresalir.

Hoy Lorena hace parte de la Expedición Orinoco, la selección de los más hábiles artesanos de esta región del país. Asimismo, de Expomujer, que exalta el trabajo de las mujeres artesanas del departamento. Hoy, acogida por el lugar que le dio finalmente un hogar estable, es una representante de la identidad regional llanera en productos decorativos en totumo, cuero, lazo y cacho.

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