Taller: Muebles Nancy
Oficio: Trabajos en madera
Ruta: Ruta Bolívar
Ubicación: Mompox, Bolívar
Todo momposino sabe de mecedoras y de filigrana, y Rodolfo Felizzola es un gran ejemplo de ello. La relación de Mompox con los muebles es algo especial, muy del espíritu y de la costumbre; todos tienen sus mecedoras, sean para decoración o para uso, y no sobran las conversaciones en torno a los orígenes de cada mueble, qué maestro lo fabricó y en qué año. Este artesano, que creció viendo a los ebanistas de su barrio Arriba, te soltará un dato tras otro sobre la rica historia de su pueblo patrimonio.
Siendo Mompox un puerto obligatorio para quienes se dirigían al centro del país por el río Magdalena, tenía acceso a mucha de la comercialización internacional, incluidos los muebles traídos de Europa por la clase aristocrática. Así debieron llegar las mecedoras Thonet, inventadas por el alemán Michael Thonet, quien desarrolló un novísimo método para curvar madera maciza calentándola con vapor de agua. Todos hemos visto una Thonet en la casa de la abuela o los tíos, son esas mecedoras livianas y estilizadas en las que la curva de la base se convierte en el apoyabrazos, con el espaldar y asiento tejidos en mimbre. La teoría de Rodolfo es que una de esas mecedoras se quedó en Mompox y cayó en las manos de alguien que descifró el código de sus curvas y tejido, alguien que la diseccionó y replicó a su manera. Y así nacieron, tiempo antes de la llegada de la luz eléctrica, cuando tocaba cortar las piezas a punta de verduguillo, las mecedoras momposinas que muchos reproducirían de ahí en adelante.
Mientras que Thonet la hizo al vapor, en Mompox elaboraron plantillas para sacar cada pieza de un tablón. Y ha sido tal su dedicación que no solo tienen estilos definidos, sino un delicado engranaje de producción en el que hay una persona para todo: espaldar, fondo, brazos, balanza, torno, talla y tejido. Es común que los talleres se especialicen en cada una de las partes, y que el tejido de asientos y espaldares sea hecho por las mujeres en sus propias casas, con la ayuda de sus niños. Si los niños hacen la primera, segunda y tercera pasada del tejido en forma de ojo típico del mimbre, las madres se encargan de la cuarta, quinta y sexta fase, y finalizan el ribete. Son pocos quienes saben hacer todas las partes y además ensamblarlas, pero tal es el caso de Rodrigo, a quien solo le falta tornear y tallar. Hay, incluso, una tarifa establecida para la talla de nombres, $2,000 la letra, porque, claro, cada quien debe tener su propia mecedora marcada, una costumbre en la que no se quedaron atrás los nietos del propio Rodrigo, que se encargó de regalarle a cada uno su mecedora personalizada.
Así, conversar con Rodolfo es como consultar una enciclopedia sobre el mueble momposino. Te explicará cual tiene talladas rosas, piñas y hojas, y cuál tiene la pata encoplada o atornillada. Te contará sobre las diferencias entre una mecedora Imperial, Quinceañera, Mompox 450 y Reinita, inventada por Magdaleno Cortés, el reconocido ebanista que, siendo el papá de sus hermanos, acogió a Rodolfo como su propio hijo. En fin, te invitará a conocer, de su mano, el riquísimo mundo de la ebanistería en este pueblo de clima caliente y tradiciones arraigadas.
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