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Flor Alba Briceño

Taller: Artesanías El Laurel
Oficio: Cestería
Ruta: Ruta Cundinamarca
Ubicación: Fúquene, Cundinamarca


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  Tarabita bajo sector el roble municipio de fuquene
  3138070464
  artesanias.ellaurel@hotmail.com

Su risa hace eco en todo Fúquene. Flor Alba Briceño vive por y de su laguna, la conoce, la recorre, acaricia sus aguas y sabe cuándo puede arrancar sus juncos porque le pide permiso. Como todos en su casa, desde siempre. Tiene un recuerdo lejano de su bisabuela Cristo, su abuela Ángela y sus “papaes” trabajando en el piso las esteras que vendían para vivir. Le decían la gurrioncita. Y a los ocho ya se montaba en la lancha, aprendiendo a cortar manojos de junco con el agua a la cintura y con los que aprendería a hacer preciosos canastos, esteras y contenedores que brillan como espigas de trigo.

Domina la técnica y tiene el ojo para saber en qué estado de secado está la materia para empezar a trenzar o tejer, pero nunca le dice no a un curso y siempre tiene sed de saber más. Eso la ha llevado a ser una de las más diestras artesanas de su región, exigente como pocos, porque, antes de ello, desbarató muchos, muchos tejidos al no tener los acabados esperados. Los canastos le sacaban canas al comienzo, porque se le deformaban, pero ya solo se ríe de esos días de primípara.

Hoy conoce perfectamente el valor de su trabajo y hasta ha hecho trabajos colaborativos con diseñadores que le han dado a sus productos un premio Lápiz de Oro. Aunque adorable, es recia e implacable, por eso agradece que la vida la premie y que la saque del país de cuando en cuando para llevar con orgullo sus productos, hijos de la maestría de su oficio.

Trabaja en sociedad con su yerno Agustín y su nieto está siguiéndole los pasos en esa transmisión de saberes. Eso sí, no tiene pelos en la lengua para alertar por el deterioro ambiental que está viviendo desde hace unos años su laguna, su fuente de vida. Es testigo de cómo ha ido perdiendo su vitalidad y cómo se está ahogando y secando ese cuerpo de agua, esencial para la región.

Con todo, vive de ella, y por ella. Y seguirá cuidándola, como nosotros al usar sus artesanías, pues es la mejor manera de mantener con vida la tradición de una región.




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