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Luz María Rodríguez

Taller: Tejido Luz María y Tejilarte
Oficio: Tejeduría
Ruta: Ruta Cundinamarca
Ubicación: Sutatausa, Cundinamarca


La tradición artesanal de Sutatausa está garantizada. En parte, por lo que ha logrado Luz María Rodríguez, bien llamada La profe por sus coterráneos. Es larga la lista de las cosas que ha hecho en la vida, pero basta decir que a los 15 ya estaba enseñándole tejido a 40 personas de su vereda y que por cuenta de su tremenda ocupación, solo hasta los 21 empezó el bachillerato. Eso no le impidió estudiar gestión y gastronomía, hasta que dejó de buscar tan lejos y regresó a lo suyo, lo de siempre, la tejeduría.

Esa tradición en donde su abuelo le tejía las faldas a las señoras y su mamá lo hacía todo con el croché. No sabemos de dónde saca el tiempo para llevar sus tres pasiones con el mismo tesón, pero lo logra, incluido el momentico para tomarse el sagrado tinto de los jueves con sus compañeros artesanos, porque por un lado, tiene su negocio, la unidad productiva Luz María, por el otro, el colectivo Tejilarte, esa potente estrategia que busca cuidar el legado del oficio, y por último, la escuela de formación que arrancó con 63 artesanas y que, desde la virtualidad, ha alcanzado a 180 aprendices.

La una va de la mano de la otra y todas giran alrededor de mostrar la cadena completa de un oficio que hacen personas de carne y hueso, campesinos y campesinas que por herencia de sus padres y abuelos, saben esquilar la lana de oveja, hilarla, teñirla y tejerla con maestría. Esos trabajos los presenta en festivales, ferias y muestras artesanales, pero también a través de entretenidos audiovisuales que circulan por las redes sociales de Facebook e Instagram y que buscan hacer, literalmente, comunidad. Son geniales.

Junto con Susana Rodriguez, se inventaron el personaje de Patrocinia, una joven campesina, curiosa como pocas, que va de vereda en vereda celebrando el oficio de los abuelos e invitando a los jóvenes a carranguear con ella y a sentirse orgulloso de ser campesinos. Todo un ejercicio de relevo generacional, esencial para la preservación de los oficios. Allí cuentan, no solo lo que va viviéndose día a día en estas veredas de tierra fría, sino cómo los Farallones inspiran la paleta de color terrosa de sus ruanas y cobijas, hilos teñidos que se secan en las calles del pueblo. Han demostrado cuán enamorados están todos de su tierra y de lo que hacen.

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