Fundadora de la maloca Moruapu, esta artesana Tikuna es una maestra en la elaboración de muñecos en yanchama y hábil tejedora de canastos y collares así como talladora de piezas de bisutería. También es la primera mujer indígena que entonó el himno en su lengua frente a un presidente de la República. Y es que la voz es algo que todos reconocen en ella, sus cantos melancólicos y festivos, siempre entonando relatos míticos y leyendas de su cultura.

Su misión desde hace décadas, junto a otros abuelos y abuelas, ha sido compartirles su tradición a los más pequeños para que nunca se olviden de sus orígenes. Lo hacen a través de los juegos tradicionales, el del tigre, el mico o la ardilla, todas personificaciones y gestos animales que los niños reconocen y bailan a su alrededor. Es su manera de compartir los valores y símbolos con los que han crecido todos los Tikuna y que quieren que se sigan cultivando.

Por eso también la importancia de los muñecos en yanchama, esa tela fibrosa que se extrae de los árboles y ella pinta con las historias de su pueblo y tiñe con tintes naturales hechos de azafrán y multiplicidad de semillas de esa selva que visita a diario, acompañada por su nuera Carmen Yazmín, heredera de su saber. Cada muñeco es la representación de alguno de sus dioses y tienen un sentido de protección del entorno, así como bendice a quien se deja acompañar por ellos.

Aprendió de sus mayores el arte de la talla en balso y palo sangre y, con estas maderas amazónicas, moldea delfines pequeñitos o hace anillos de coco y muchas de las semillas que se encuentra. Vive feliz en este paraíso que ha logrado conservar la pulcritud de su aire y se jacta de ser un municipio ambiental, vecino del caudaloso Amazonas y de las aguas que cuidan a los delfines rosados y donde pueden apreciarse miles de aves distintas, así como caminar por sus senderos ecológicos y etnobotánicos, repletos de plantas medicinales.