Taller: Hilamos arte
Oficio: Tejeduría
Ruta: Ruta Santander
Ubicación: Curití, Santander
Desde niña el fique era su cotidianidad. Como tantos otros artesanos de Curití, sus papás se dedicaban a la confección de costales de fique para el transporte, principalmente, de alimentos, y para ella fue natural hacer parte de ese paisaje y aprender a tejer como se hacía en la casa. Esa fue su vida hasta que en 2002 se decidió, junto con su esposo José, a abrir su propio taller, negocio que desde ese entonces no ha hecho más que prosperar.
Aunque ambos eran expertos tejedores, su foco de trabajo inicial fue la venta de fique tinturado. Doña María Elvia se iba para San Gil y allá adquiría las tinturas con las cuales aventurarse en el color. Su primera tinturada fue una osadía en fucsia y fue probando, corrigiendo su palidez rosada y mejorando fórmulas de cocción, hasta que alcanzó el producto que quería comercializar. Lo vendía en conos grandes, de 400 gramos, para luego empezar a ofrecer más pequeños, de 50, para que los clientes tuvieran más opciones y, así, se le multiplicaran.
Todo lo ha hecho siempre de manera empírica, pura prueba y error. Así aprendió a tejer en dos agujas, en trenza y a perfeccionar la técnica del croché. Cuenta que “bregaba horrible” cuando apenas empezaba a hacer tapetes redondos hasta que descubrió que siguiendo una malla le quedaría perfecto. Sigue sus intuiciones, desbarata cuantas veces sea necesario y continúa, y sabe que entre su mente “y la bendición de Dios”, todo se terminará resolviendo.
Ahora mismo, su taller se destaca por la elaboración de los tapetes de mota que hace su esposo José y, sobre todo, por el tapete de 36 moños, en el que se traman hasta 36 hebras de fique en cada pasada de lanzadera, toda una experticia que aún el mercado no ha valorado lo suficiente. Trabajan con cuatro tejedores, además de José y su hija Francy, que operan los cinco telares verticales, así como con 35 tejedoras, madres cabeza de familia, que bordan y hacen individuales y bolsos. Sus productos circulan no solo por Santander, sino también en Villa de Leyva, en Boyacá y en Cucunubá, Cundinamarca.
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