Vivió entre costales por casi treinta años. Era lo que había aprendido a hacer en la casa, y lo que había para hacer. Pero como escarmenar la lana, o “abrirla”, no le gustaba, entonces aprendió a hilarla, a tejerla y a hacer madejas, oficios que la llevarían a explorar mucho más ese universo inmenso
que es el tejido.
Recuerda como un parteaguas de su carrera la llegada, a comienzos de los años de 1980, de una misión colombo alemana a Aratoca que, a través de un convenio con Artesanías de Colombia, llegó a enseñarles nuevas posibilidades de trabajo en fique a los artesanos. Pero los obstáculos se interponían y, aunque montaron una casa artesanal en Curití con 20 personas más, no lograron ponerla a marchar, así que regresó a la confección de costales.
Sin embargo, la semilla estaba sembrada y no se dio por vencida, y se le midió a hacer mochilas y sombreros. Arrancó vendiendo fique que devanaba, ovillaba y metía en sus cañuelas y que, por su excelsa calidad, empezó a llamar la atención de la gente. Y si la primera organización no había funcionado, la siguiente sí lo haría, juntando a un grupo de artesanos de Curití, Barichara y Mogotes. Se asociaron bajo el nombre de Areagua, nombre que ella todavía conserva y atesora, y que la hace hincharse de orgullo por haber logrado, gracias a sus manos, ganarse la medalla a la Maestría Artesanal.
Su secreto es la tinturada del fique, una labor a la que le ha dedicado décadas para alcanzar la perfección. Su sobrino Hugo Fabián, heredero del saber, se ha dedicado en estos últimos años a tratar de consignar el proceso de su tía, pero todavía no logra hacer que ella le ponga medidas exactas a sus fórmulas y siga hablando en “chispitas”, que ella entiende como las pizcas que se usan a la hora de cocinar.
Todo es un poco mágico pues el sol radiante y “alegradito” será el que logra los colores más vivos o pasteles, mientras que los días más grises serán para tinturar en grises y negros. “Patro”, como le dicen todos los que la quieren, aunque humilde para reconocerlo es la maestra de muchos, la mamá de los pollitos de Curití. Lo sabe, lo celebra y pasa su legado y saber sin sombra de envidia. Solo quiere que todos crezcan, como ella misma lo hizo.
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