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Muriel Garderet

Taller: Formas de luz
Oficio: Tejeduría
Ruta: Ruta Santander
Ubicación: Barichara, Santander


Esta francesa con decidido corazón colombiano sabe que habla, siente y piensa con las manos. Es su manera de explorar el mundo de los materiales y los oficios y, así, saciar su infinita curiosidad por las texturas. Llegó a Colombia en 1985 porque le dijeron que, para aprender, acá se hablaba un magnífico español y lo que serían unos meses de visita se le convirtieron en la vida entera.

Primero pisó Ráquira, maravillándose con las ceramistas ancestrales boyacenses, para cuatro años después, descubrir Barichara y enamorarse de inmediato de ese paraíso. Todo lo que había aprendido en el colegio inglés, las mil y una manualidades, además de la inspiración por los saberes de su abuela florista así como su propia formación en artes aplicadas, música y matemáticas, no hicieron más que reafirmarse en su deseo de crear en Colombia.

A inicios de los años 90 pudo poner a prueba sus diseños con un grupo de arquitectos que estaban desarrollando un proyecto de arquitectura vernacular en la zona y buscaban muebles y accesorios que armonizaran con sus construcciones en tapia pisada, guadua, piedra y adobe.

Esa transparencia con la que iluminaron su infancia los vitrales de su abuela, y su gusto por la traslucidez que experimentaba en fotos que tomaba en el bosque cuando niña, la llevaron a hacer lámparas y “formas de luz” con las que empezó a destacarse en Expoartesanías. Las lámparas en lona y mimbre así como los muebles en estas varillas “flexibles, nobles, firmes y bellas” como las define, se convirtieron en su sello.

Todo con ella ha ido en evolución y si al inicio sus propuestas eran un poco más elaboradas y, al tener resonancia y reconocimiento, empezó a exportar, su gran lección del tiempo es que prefiere la sencillez, como ella misma lo dice: “cuando sea grande quiero ser pequeña”. Tanto en el diseño cada día más esencial y mínimo, como su modelo de negocio, replegado a Colombia y de menor escala, para poder tener un trato personalizado con sus clientes.

La pandemia, como a tantos, hizo de su encierro un tiempo de experimentos con los pocos materiales que tenía a la mano y, así, siguiendo el saber de una tejedora amazónica, aprendió a usar el zuncho plástico reciclado para hacer una nueva línea de lámparas para el exterior. Se sabe ya patrimonio de Barichara y lo carga con mucho orgullo y honor.

Artesanos de la ruta

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