Nacida en Simacota, más o menos a una hora de Curití, Soledad llegó a este pueblo hace 30 años. Recuerda que desde pequeña veía en su casa a su mamá, Olinda Tello, hacer canastos, atarrayas y mochilas de fique. Ese era el negocio familiar, aunque confiesa que el tratamiento del fique de ese entonces estaba lejos de tener la calidad con la que hoy cuenta. No tenía la finura que puede alcanzar a tener el fique en este momento y que permite trabajar tantos productos distintos, muchos de ellos, en el campo de la moda.

Es allí por donde ella decidió irse, cuando partió cobijas con su hermana María, quien se quedó manejando el punto de ventas de otro reconocido taller del pueblo, mientras ella se lanzó a abrir su propia tienda en 2001. Se fue especializando en la elaboración de bolsos en fique que han llegado a escenarios como Modaviva, y que hoy combina con cuero para tener más modelos que ofrecer.

También se le ha medido a crear calzado en donde mezcla fique y algodón, sandalias de plataforma y tenis que tienen muy buen mercado entre los extranjeros. Los productos para el hogar son otro del fuerte de su almacén, individuales, sillas y mesas hechos de fique. Trabaja con 17 artesanas que le tejen desde sus casas, piezas que ella recibe a diario y les hace los acabados en su taller.

Le gusta medírsele a los retos que le imponen y cuando le encargan un producto con un diseño específico, lo empieza a producir sin dudarlo, porque confía en su mano y en las de sus tejedoras. Hoy sus creaciones circulan por Medellín, Bogotá, Cali, España y Estados Unidos.