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Blanca Cecilia y Myriam Alarcón

Taller: Tejidos Aragnia y Maga hecho a mano
Oficio: Tejeduría
Ruta: Ruta Cundinamarca
Ubicación: Sopó, Cundinamarca


Las Alarcón, así se les reconoce en Sopó. Cuando alguien busca algo realmente innovador y bien tejido dice “vayan por los sacos de Las Alarcón”. La buena fama precede a este par de hermanas, Cecilia y Myriam que, cuando hay mucho pedido le suman las manos y el talento de las otras dos hermanas, Ángela y Patricia. Una herencia familiar que siguió el legado tejedor de doña Blanca Emma, la madre de estas cuatro mujeres que se rindieron ante Aracné, la reina araña, maestra de su oficio. Y Tejidos Aracnia se llama su taller.

Cecilia, la mayor de las hermanas, nació prácticamente con dos agujas en las manos, por lo cual es la perfeccionista, la pulida, la que dice que todo acabado debe ser perfecto, por delante y por detrás, la que hace realidad todo cuánto su hermana Myriam, la diseñadora del equipo, se imagina. Ésta estudió Diseño Textil, luego de intentar un Diseño de Modas que le sacó canas pues odiaba la materia de patronaje. Lo suyo era otra cosa, era pensar en cosas más abstractas, quizá por eso, cuenta, que en un momento dijo que quería entrar en Bacteriología. Porque le interesaban las formas. Y encontró en Ceci, como le dice, la mejor intérprete de sus sueños.

Esta familia recoge un legado de mujeres tejedoras del municipio de Sopó. Este pueblo que hoy se conoce más por la fábrica de Alpina que por sus ovejas, tuvo un tiempo en donde la labor artesanal era cotidiana, todas las mujeres tejían la ropa de sus familias, como su propia madre tejió los saquitos de los cinco hijos Alarcón, y había cierta economía del urdido y el tinturado de la lana. Pero de eso, ya hace mucho, al punto de que apenas es un recuerdo o una foto sepiada. Al llegar Alpina, por allá en 1945, el destino se empezó a volver un paseo dominguero en donde ir a comer postres. Muchas de las artesanas aprovecharon esto para poner toldillos vendiendo sus ruanas, sacos y gorros. Y allí se exhibió el talento de estas tejedoras, muchas de las cuales terminaron en Bogotá.

Pero las Alarcón se quedaron y hoy enaltecen su pueblo con puntadas de burbuja en dos agujas, con diseños que rompen con la tradicional estructura cuadrada del saco y se lanzan a hacer mangas anchas y desestructuradas. Supieron que lograrían un lugar en el mercado si se salían de una paleta oscura, esa que suele usarse en la sabana de Bogotá y en el territorio cundiboyacense. Así, por un lado, se lanzaron a hacer mezclas de rojos con fucsias y naranjas. Y por el otro, también jugaron con las tallas oversize, que les dio magníficos resultados. Si ya se iban a poner de innovadoras, pues que sus sacos se vieran en esas tallas enormes que han caminado tantos años por las pasarelas.

Justamente este interés por la moda las ha llevado a participar en proyectos de esta naturaleza. Les es muy grato la colección que hicieron en el marco de un desfile que en Sopó llamaron Moda para el Frío; es notable que este municipio cada día destella más en el campo de la moda por decisión de sus administraciones. Allí, en una de las muestras, Bruma, se invitó a los artesanos y diseñadores a jugar con el paisaje y esas montañas insignes que definen el pueblo. También, en otra, denominada Atardecer, se les dijo que plasmaran la caída de la tarde. Ellas sacaron unos abrigos y unas ruanas que les rindieron tributo a su municipio. Hicieron piezas tradicionales, pero, siguiendo su filosofía de hacer cosas distintas, también crearon piezas para niños y para personas de la comunidad LGBTI. Lo mismo, han producido prendas que han sido exhibidas en Moda Viva, el proyecto de moda de Artesanías de Colombia.

Como no se cansan de innovar, Myriam, además de la tejeduría de sacos, se inventó una línea de muñequería tejida con la que sacó la marca Maga, para seguir ensanchando el camino de la lana, uno que Las Alarcón, enaltecen en cada movimiento de las agujas.

Artesanos de la ruta

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