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Eduar Cardona, Leandro Arbeláez y Dairo Oduber Arbeláez

Taller: Cerámicas Artemanía
Oficio: Alfarería y cerámica
Ruta: Ruta Antioquia
Ubicación: Carmen de Viboral, Antioquia


Hace ocho años se unieron tres hombres para levantar uno de los tantos talleres que mantienen vivo eso que los carmelitanos llevan en el corazón, el trabajo en cerámica que nace del barro blanco de sus suelos, el orgullo de su tierra. Y en el proceso, esos tres hombres se convirtieron en herederos y aprendices del conocimiento del generoso Francisco Cardona, artesano que ha estado al frente de Esmaltarte por cuarenta años y quien ha ayudado a otros a montar sus propios talleres. Una vez dado el salto, habiendo tomado la decisión de hacer parte de la tradición de la producción de vajillas pintadas a mano, lo primero que construyeron fue un horno a gas. Lo que siguió fue hacerse de todos los moldes necesarios para vaciar su variado catálogo, siempre bajo la instrucción de su maestro. Los hicieron a partir de esculturas replicadas y las matrices en torno de madera para las que fue tan útil el conocimiento de Leandro Arbeláez, uno de los integrantes de este taller que es también una familia.

Todo empezó con Eduar Cardona, quien llevaba una vida interesado en el mundo artesanal. Había practicado con la madera y las velas, y para cuando se casó con Dora Ayde Arbeláez, hermana de sus futuros socios, Leandro y Dairo, se dedicaron a hacer figuras en yeso. Cuando le apareció la idea de montar Artemania, después de que sus clientes le preguntaran si no hacía también vajillas, convocó a su tiempo a sus dos cuñados. Ellos aceptaron el cambio de vida.

Leandro trabajaba en construcción, veía el revocado como un tipo de arte y seguramente por eso, cuando conoció la arcilla, fue amor a primera vista. Lo cautivó el valor de ver una pieza terminada después de un larguísimo proceso en donde hay que meterle cariño a cada paso. Se enamoró de la dificultad del oficio y sus gratificantes resultados. Hoy en día está a cargo del vaciado y de supervisar la calidad de las arcillas y piezas terminadas. Para Dairo, en cambio, la historia fue más atípica. Era conductor de bus y llevaba pasajeros de Medellín a Marinilla. Poco a poco empezó a involucrarse más con los trabajos del taller cuando llegaba para descansar del trabajo a donde sus familiares, hasta que se quedó y hoy es el encargado de esmaltar, cargar el horno y hacer las quemas. Eduar, por su parte, pasó a hacerse cargo de la parte administrativa y contable, después de inventar su propia pinta llena de pompones, la Terracota.

Hoy reciben a sus clientes y a todo quienes están interesados en conocer más de su arte, y en practicarlo por sí mismos, en su taller rebosante de moldes y piezas para pintar, en un área decorada en su totalidad con piezas portadoras de su pinta insigne. Se trata de la pinta Artemanía, nacida como una solución para recuperar con salpicaduras de color las piezas rajadas, y que se convirtió, después de agregarle flores rojizas y anchas hojas oscuras, en la decoración digna de piezas más prolijas y bellas.

Artesanos de la ruta

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