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Francisco Cardona y Olimpia Pabón

Taller: Cerámicas Esmaltarte y Herencias
Oficio: Alfarería y cerámica
Ruta: Ruta Antioquia
Ubicación: Carmen de Viboral, Antioquia


Francisco Cardona y Olimpia Pabón son un ejemplo del compromiso de los carmelitanos para mantener viva la tradición de la cerámica en su pueblo a pesar de que por poco desapareciera a finales del siglo XX, y son, para su orgullo, los padres de cuatro hijos herederos de su oficio y su compromiso.

Dicen que a Francisco Cardona nunca le gustó ensuciarse y que por ello aprendió a practicar el oficio de su padre, Marco Antonio Cardona, siempre de manera impecable. Si bien en un principio estuvo reticente, muy pronto le cogió amor a la arcilla, tanto amor que decidió abrir su propio taller de loza pintada a mano años después de que la fábrica de su padre cerrara como tantas otras durante la crisis de violencia que afectó su región entre los 80 y 90. Lo hizo gracias al conocimiento que había heredado del trabajo familiar, ese que venía desde su abuelo, Eusebio Cardona, un moldeador del Carmen que se fue para Cali y continuó con su profesión de artesano allí.

Después de una vida consagrada a la cerámica, sigue sin querer ensuciarse, y puede decir orgulloso que ha estado al tanto del crecimiento de otros talleres carmelitanos, ofreciéndoles generosamente sus conocimientos a nuevos artesanos, incluyendo a sus propios hijos. Nada sería igual si la vida no lo hubiera cruzado con Olimpia Pabón, quien nació en Medellín pero se crió en el Carmen de Viboral, de donde era su madre, y estuvo siempre rodeada de cerámicas por sus tías y tíos, quienes eran pintoras y trabajadores en las antiguas fábricas. Se conocieron poco después de que ella terminara el colegio y formaron una vida juntos. Ella se dedicó por 30 años a estar a la cabeza de un colegio como rectora, preocupándose siempre por incluir la tradición del municipio en las bases del aprendizaje de los estudiantes. Por eso, después de jubilarse aún le quedaba mucha energía para liderar procesos en la cerámica, ese arte que, en sus palabras, tiende a perderse. Habiendo visto desde fuera el mundo artesanal por tantos años, sabía que lo que le faltaba al gremio era asociarse. Entonces apoyó la creación de Aproloza, fundación de productores de loza con quienes ya han gestionado dos denominaciones de origen para la cerámica decorada a mano.

Olimpia y Francisco tuvieron cuatro hijos, esos que ya de adultos decidieron fundar su propio taller, Herencias, nombrado haciendo consciente honor al legado familiar. Repartiéndose las tareas entre gestión, atención a turistas extranjeros, ventas y talleres experienciales, le están dando la vuelta al negocio familiar a su modo: decorando sus vajillas con pintas de diseños más contemporáneos, con pájaros, peces y corales, y concentrándose en la atención a quienes quieren aprender de su historia y oficio, así, asegurándose de que después de ellos siempre habrá quienes conozcan y continúen con ese rico legado.

Artesanos de la ruta

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