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Ronni Edgar Martínez

Taller: Arte en sal, la sal hecha arte
Oficio: Trabajo en materiales líticos
Ruta: Ruta Cundinamarca
Ubicación: Zipaquirá, Cundinamarca


Ronni es bogotano y se crió en Sogamoso, Boyacá, pero al final, la tierra que lo hizo su embajador fue Zipaquirá donde, desde hace diez años, hace esculturas en roca salina. La materia prima que hizo famoso a este pueblo, por la emblemática Catedral de Sal que allí se erigió en 1950, se ha convertido en su objeto de devoción. Mira la piedra, fascinado, y la acaricia hasta convertirla en una figura que luego, otros, contemplaremos.

Para la fortuna del medio artesanal, este administrador de turismo no encontró trabajo en su campo. Se había ido para allá acompañando a su esposa, profesora de inglés a la que habían trasladado de plaza. Eso lo llevó a explorar nuevos caminos y, ya estando en Zipaquirá, voltearse a mirar ese mineral que lo rodeaba, era apenas natural. Se inscribió en un curso de talla en sal, dictada por un maestro que quería retar a todos aquellos que decían que con roca salina no se podía esculpir.

Ello, por supuesto, lo llevó a adentrarse en una historia de muchos años, siglos incluso, en donde la sal se usaba como moneda de cambio. De hecho, fue siguiendo la sal que el conquistador Gonzalo Jiménez de Quesada cruzó la ruta de la Guajira y el Magdalena y se adentró en los Andes; hay crónicas que narran que pisó las minas de Zipaquirá, Tausa y Nemocón en 1537. Se dice, además, que la fundación de Santafé de Bogotá, en 1538, tiene mucho que ver con la cercanía a esta fuente de riqueza.

Toda esta historia, de cómo se forma la sal de manera casi alquímica sobre las rocas, de la extracción por los muiscas con unas vasijas de barro que llamaban gachas y a la que se adhería la sal, se convierte en parte de un relato apasionante que acompaña Ronni con una demostración de su trabajo en la sal gema o vigua, que es la roca salina en su máximo esplendor.

Ya en la zona lo conocen, así que cuando en las minas hay algún riesgo de colapso, lo llaman para que recupere alguna roca, antes de cerrar el paso para siempre. Ello implica grandes movimientos pues, como nos cuenta, son piedras monumentales y pesadísimas, por ejemplo, una roca de unos 50 por 50 centímetros puede pesar fácilmente 100 kilogramos. De esta forma, tiene en su taller, en las bodegas de la famosa Hospedería Libertador, al pie de la Catedral, rocas de 300 kilos que esperan un día volverse esculturas.

Esa labor de esculpido, con la que ha desarrollado un estilo de figuras abstractas con mucho movimiento, la combina con la elaboración de toda suerte de productos con sal, ideas que llevan a cabo con su esposa, dadas sus reconocidas propiedades terapéuticas. Hace desde cuarzos, velas y aceites esenciales hasta morteros y planchas para cocinar que aguantan 300 grados de temperatura y salan el alimento mientras está en cocción. Su ingenio es infinito y lo ha llevado a las ferias y al trabajo en colaboración con el laboratorio de Diseño de Artesanías de Colombia. Así mismo, también está explorando los caminos del arte y ha realizado piezas con sal para artistas que han expuesto su trabajo en la feria de arte de Bogotá, Artbo. Finalmente, se lanzó a hacerle un homenaje a la sal en una escultura que narró su papel en la gesta libertadora. Como la sal, el mundo de Ronni va apareciendo como un regalo envuelto en salmuera.

Artesanos de la ruta

Artesanos de la ruta

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